miércoles, 29 de abril de 2020

Leyenda I


Al acercarme al viejo caserón la primera impresión que me produjo su visión fue la de un escalofrío que me recorrió toda la espalda.

Había imaginado muchas veces cómo sería por los cuentos imposibles de creer de algunos que habían tenido la fortuna, o la desgracia, de atravesar su puerta.

Me detuve tras la verja de hierro forjado que parecía, si es que no era así, la representación de cientos de rostros dejados por el tiempo para formar el cierre de la eternidad, y observé aquella figura fantasmagórica que se erigía delante de mí.

La oscuridad era total, y las formas de lúgubre construcción parecían echarse encima por la sensación de movimiento que las nubes provocaban tras el perfil de piedra. Me adelanté unos pocos metros y percibí, para mi asombro, una luz que salía por una de las ventanas del segundo piso, cerca del límite con lo que significaba el comienzo del tejado.

La luz era tenue, pero servía para dejar entrever ciertos muebles que a modo de estanterías albergaban lo que parecían una cantidad indefinida de discos de vinilo. Creí que las sensaciones de lo desconocido y el propio lugar me estaban jugando una mala pasada, se me hacía difícil creer que ese lugar que por aspecto era lo más parecido a la casa de algún psicópata o asesino en serie, pudiera albergar algo tan emocional y maravilloso como la Música, aunque a decir verdad muchas de las mismas leyendas negras que lo condenaban como un lugar poco recomendable siempre hacían referencia a delicados sones que empapaban las noches cuando el silencio quería hacerse el amo de lo eterno.

No lo pensé más y me acerqué hasta el impresionante portalón de madera de unos tres metros de alto que era la última parada para decidir si continuar o arriesgarte a lo que fuese a venir.
Antes de golpear la madera con la inmensa aldaba que asemejaba una escultura relacionada con el rostro de Apolo en una de sus partes y con Afrodita en la otra, la puerta chirrió como un lamento y al son de una melodía exquisita comenzó a abrirse.







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