lunes, 6 de abril de 2020

53 - 2

Quisiera ser como la brisa, no arrastrar a nadie, no llevar peso. Sin embargo no me dejan ser ligero, y cargan en mis espaldas cargas que no deseo, que no quiero llevar, porque no las reconozco, no son de mi espíritu.

Quisiera irme en silencio, pero el silencio no me es dado. Empapan mi nombre de frases y palabras que no comparto, riegan mi espíritu con ideas que me son lejanas, hacen que mi ligereza sea plomo en el espacio. Mi universo es lejano, porque mi mente lo quiere así, pero no es aceptada esa lejanía, y la brisa agradable que refresca el rostro aparece como cortante viento del norte.

Lo que haya pasado a quien yo era, sólo es otro remoto recuerdo. El que soy ahora pasa por lo que le sucede, bebe de donde el agua mana, siente el presente quemarle las entrañas. Lo que vaya a pasar a quien yo sea, no me preocupa lo más mínimo, quizás para entonces ya no esté, y será absurdo imaginar lo que venga.

Estoy aprendiendo, y lo que me queda. Puedo ser yo sólo amándome, pero eso es el universo, depende de mí, y cuando parta lejos dejaré mi rastro de miseria llenándoles las conciencias, y me despojaré de mi negrura para saborear la claridad del nuevo día.


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