Nos han acercado tanto a la realidad que ya nada sirve para la evasión; el espectáculo ha terminado porque el show ya es lo cotidiano, lo real, lo mundano… y la imaginación cada vez tiene menos margen para desarrollar los propios sueños.
Vivamos en esa irrealidad que afortunadamente aún nos hace libres, ese espacio infinito (aunque quieran limitarlo) que podemos crear día a día y que termina siendo más puro, más auténtico, más creíble que la propia realidad porque en esencia, la realidad que tenemos es una creación ficticia de quienes quieren tenernos y no dejar que seamos, y en nuestros sueños, en nuestros miedos, en nuestros espacios lujuriosos, somos nosotros.
Cabalguemos a lomos de un caballo alado, bajemos de montañas a mares, alimentémonos con la esencia de nuestros gozos, escuchemos música celestial escogida por nosotros mismos, veamos el blanco y negro de nuestro cine. Seamos aunque busquemos y escudriñemos en lo más profundo de nuestras mentes diminutas pero seamos, porque un átomo del ser humano explotando su esencia más intuitiva es más que todos los pensadores de la falsa moral juntos.
Aún nos queda la intimidad, aún nos quedan los sueños, dejémonos penetrar por ellos.
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