domingo, 28 de enero de 2018

24 Hours At A Time


Camino Sin Retorno



Decidió que lo suyo había terminado. Quizás había alargado demasiado la necesidad de amor por lo que sentía, quizás ese amor era una deuda que su alma necesitaba pagar.

Nunca había sabido dónde llegar. Ni se había planteado que la sala llena fuese una forma de vida que le absorbía; simplemente se negaba a sí mismo la capacidad para emocionar y a su vez emocionarse con lo que recibía.

Fue la última vez que subió los cuatro escalones que le conducían al paraíso; sus botas desgastadas por la tierra de los polvorientos caminos querían dejarle ahí, sentado en el viejo taburete de madera aferrado a su inseparable compañera de viaje. En esta ocasión no fue más allá de lo que su instinto le incitaba, tampoco miró hacia el lugar donde las entregadas almas esperaban ansiosas la primera nota arrancada del acero tras el silencio obligado tras la ovación.

Sentía ese alivio del que sabe y desea, el vacío en el estómago justo antes de comenzar para terminar algo. Se encaminó al centro del escenario, y tras comprobar que su voz continuaba rota por el cansancio de muchas décadas gritando al viento sus propias miserias, acarició con mimo a su compañera, en otro momento previo al beso entre dos amantes, y el universo volvió a abrazarle una vez más.

La piel rozaba el acero como si quisiera pedirle perdón por adentrarse en lo más íntimo de un cuerpo entregado. Una nota, otra más, el suave susurro que escapa hacia el aire para llenar a todos los que esperan, y poco a poco la mística de la Música atravesando los confines de los sentimientos.

Una lágrima furtiva escapó de su mejilla; la dejó caer y el imperceptible sonido sobre la cuerda le supo a gloria, como si por primera vez una parte real de sí mismo se metiera dentro de lo que él provocaba cuando sus manos se deslizaban por la guitarra.

El tiempo estaba de su lado. Marcaba el final y el principio de todo, jugaba a su antojo con las emociones y lo que surgía de la nada cuando se sentía vivo, como ahora. Uno tras otro los temas fueron desapareciendo en la memoria, cada acorde final de despedida provocaba que se fueran para siempre, y cuando decidió que era el momento, sólo le quedó la última mirada a un patio vacío que había vendido su alma al diablo para despedirle por fin.

Acarició el cuerpo de su compañera, se incorporó con esfuerzo del viejo taburete, recorrió de vuelta los escasos metros hasta los cuatro escalones y sin volver la cabeza desapareció de la misma manera que hizo tantos años atrás, cuando escapó de sí mismo para comenzar un sueño, el mismo que ahora enterraba entre los ecos del último tema.

sábado, 27 de enero de 2018

A.L.


BS


Viajeros Del Tiempo


No voy a convencer a nadie de lo que no quiere creer. A estas alturas me sobran los que sobran, todo lo que quiere parecer y sin embargo pretende ser, aquello que se disfraza de la modernidad y rezuma a mediocre.

Será porque he sido todo eso y aún así (hablando en pasado por lo que me toca, creo) gente que se me acerca me señala como uno de esos pordioseros que vive de vender sus momentos de miseria. Quizás no les falta razón.

Desde hace mucho tiempo ya no convenzo, ni porque soy capaz ni porque sé hacerlo, pero sé que algo es descaradamente cierto, cuando intuyo una melodía y hace que mi piel se erice, en ese momento soy quien nadie, especialmente los que aún me conocen y pueden señalarme con el dedo, puede imaginar.

Será que la mentira y la razón van de la mano, y lo visceral y lo racional son lo que quieren ser juntándose en el otro extremo de la cuerda (esa teoría del infinito y la nada siempre me ha fascinado) pero la Música, que es capaz de abarcarlo todo, llega hasta donde los que suponemos no está, o no queremos pretender que esté, que es otra cosa.

"El Increíble Hombre Menguante" es un tratado de filosofía, moral de lo más amoral y de la teoría que lo abarca todo, por eso creo que menguar no sólo no me importa, sino que me viene de perlas cuando todo lo que te rodea es justo lo que no deseas y sin embargo no tienes agallas o intelecto para cambiarlo.

Lo único que no mengua, y en eso siempre saldré ganando, es el amor que siento por la Música y lo que ella me da, porque en ese punto sí que creo que el infinito está a años luz de la nada.

Música



La Música es eterna (perdón, la buena Música es eterna) y la sensación de que sobrevuela nuestras mentes siempre está ahí, al menos para mí.

En lo referente a los temas, algunos de ellos son eternos como las notas que los sustentan, y en eso un buen tema no sabe de tiempos ni de espacios, de décadas ni de momentos, porque simplemente sobrevive a todo lo que le llega.

Me pierdo cuando escucho una maravilla que me llena, da igual donde esté y lo que suponga, no importa lo que pueda dar a entender. Es esa sensación que me absorbe, que me hace saber que me va a embaucar y llevar hasta donde quiera.

Cuando esos sonidos sobrevuelan el ambiente, los percibes y haces tuyos, nada es igual. Durante unos instantes sabes que la magia existe, que todo puede ser real, que es posible, y jamás te pierdes, porque ya estás perdido en la inmensidad de lo maravillosamente bello.

Es evidente que el momento, las cervezas en situaciones especiales, la emoción de una sonrisa y una mirada delante tuya hacen mucho (como el motivo de esta entrada que raya el absurdo) pero nada puede superar la Música cuando hace que todo, absolutamente todo, tenga sentido.


sábado, 20 de enero de 2018

Lágrimas En La Lluvia


Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orion. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo...como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

Elliott Murphy & Olivier Durand (Sala BBK Bilbao 2018... Otra Vez)

Desde el lugar donde nunca se debería haber hecho esta entrada (al menos así)



Un año más, fiel a su cita con la ciudad de Bilbao, que no sé qué demonios le ha hecho para que le haga lo que le hace cada enero (al menos desde hace unos cinco años) allá por el segundo domingo del mes, en la sala BBK se esperaba con expectación la salida al escenario del rockero neoyorquino y su fiel escudero, el guitarrista francés Olivier Durand. Al menos los que esperaban con esa expectación no están entre aquellos a los que hago referencia en lo de no saber qué le ha hecho Bilbao y su público a E.M.
A la pregunta del millón (que nadie me hará porque este espacio es para los invisibles seguidores de la nada) de por qué sigo yendo, esa respuesta estéril tiene que ver y mucho con la relación entre íntima e insaluble con Satanás y sus promesas incumplidas, pero vamos a lo que iba.

Cada uno puede ganarse la vida como le dé la gana, y otros nos atrevemos a decir que nos gusta o no sobre todo si es con algo que nos llena el alma como la Música. Para mí la Música es algo muy serio, y no porque me haga poner cara de seto (de hecho ella consigue que la cara de seto habitual se me quite) sino porque me provoca emociones, sentimientos, me hace vibrar y me lleva al infinito, justo lo que E.M. ha conseguido muchas veces, incluso en más de una y dos ocasiones en este siglo XXI, pero ahora ya no.
Es así, cada uno se puede ganar la vida como quiera, pero arrastrar lo que ha sido como creador del Rock'N'Roll en estado puro, como escritor de canciones que erizan la piel y emocionan... pues bueno, él sabrá.

En el día de autos, el 14 de enero de 2018, E.M. consiguió un más difícil todavía, superarse en ese concierto que se guarda para la Sala BBK y emborronar más aún su nombre de artista y rockero, ese que hacía estallar los sentidos con unas canciones y álbumes formidables durante la década de los setenta.
Y eso que el concierto prometía en su inicio, atreviéndose con un clásico de su "Just A Story From America", la cabalgada "Drive All Night", que invita a escapar para buscarte y buscar (es lo que debí hacer en ese momento por si acaso) seguido por "Winners, Losers, Beggars, Choosers", pero ahí se quedó todo (hasta la mitad del supuesto show donde retomó una de sus obras maestras para cagarla con la versión que se marcó)

En fin, que como el público no se daba por enterado y seguía al músico como si estuvieran viendo a la joya de la corona por enésima vez (debe ser que coleccionar las entradas de sus conciertos de enero dan para bonos en tiendas de moda en Bilbao) el chico se fue viniendo arriba y a partir del tercer tema subió el volumen de su guitarra hasta límites insospechados (de ahí lo de venirse arriba) para tapar lo poco decente que le quedaba en los últimos años, su voz, que no daba para nada, y sobre todo la guitarra de Olivier Durand, que le había mantenido vivo en muchas ocasiones anteriores. No sé, quizás me estoy volviendo muy exigente, o quizás el que cada día me den collejas por hacerlo perfecto en lo que me va el sueldo me ha puesto una mala uva que no veas, pero si vas de músico, haz Música, hazla bien y no humilles a lo que te ha dado la vida.

Su guitarra era un desvarío de vibratos y volúmenes brutales, su voz no se escuchaba (más que nada porque no la tenía) y a su subordinado, al cual trataba como un asalariado que bastante tenía con estar a su lado, no le dejó más de cuatro solos a lo largo del concierto y un párrafo de una canción en francés, para que el toque universal se notara.
En medio del éxtasis, agarró la armónica, antaño un instrumento maravilloso entre sus labios, y se dejó caer reventando uno de sus himnos, "You Never Know What You're In For", con una introducción lamentable sin fuelle y un intermedio con menos ganas aún.

Aún quedaba lo mejor, entre temas sin nada que decir y algún clásico que ya no lo era, el apoteósico final para mayor gloria de los trasnochados espectadores del "todo vale" donde el rockero les hace partícipe del show cuando entona el "Last Of The Rock Star" (no se referirá a él mismo, quiero entender) mezclándolo con varios clásicos del Rock y un batiburrillo deleznable que llevan al "Buga, buga, buga, buga", "Oe, oe, oe, oe" y algunos exabruptos más que prefiero no recordar. Culos moviéndose, tipos y tipas queriendo volver a ser jóvenes, el rockero en lo más alto, Olivier pasando de todo y el que suscribe queriendo que Satanás lo salvara (pero el diablo es demasiado listo y cobra sus deudas hasta el final)

Eso hubiera quedado muy mal como final, pero quedaban los bises, y quitando el homenaje a Tom Petty, que casi salva el concierto (obviamente era imposible) para E.M. debió ser un alivio el momento de desenchufar la guitarra, porque "Green River"  casi le deja bien, ya que su voz no se notaba tan mal sin ruido de fondo.
Todos de pie, aplausos, inclinaciones de pecho varias (Olivier seguía sin creérselo aunque presentó tres veces seguidas al que le paga) y los de Bilbao podían decir a sus amistades, entre sus amigos y en las redes sociales que habían vuelto a "disfrutar" de E.M. en la Sala BBK.

El año que viene amenaza con volver, y Satanás ya me ha dicho que mi deuda de honor, o sea haber vendido mi alma, no se paga hasta el 3.525, de modo que...

domingo, 14 de enero de 2018

Música


La primera entrada del nuevo año y ya me salen detractores... ¡¡¡esto va bien!!!

No hubiera querido que fuese así, o sí, que al final al único que le importa es a mí, pero que la madre Rusia me siga como seguidores en un 90% de las entradas que puedo contar no me cuadra en absoluto. Y no es porque no crea que los amantes de la Música allá en el país más extenso del universo no sean capaces de discernir entre Bisbal, el coro del anti ejército ruso en la siberia mahometana y un souflée de chocolate al R'N'Roll, por supuesto que no dudo, es que me resulta curioso que un espacio (llamado Blog para los habituales) como este sea seguido en la Psycho, Prog., Extrema Japanese y Vivencias de allí por los que parece ser que lo siguen.

La K, la G y la B se deben llamar de otra manera, por supuesto, pero molestarse en "Paseando Por Los Sueños" y los desvaríos de este loco amante de los sonidos... no puedo creerlo, por supuesto que no. "No creo en los complots judeo masónicos..." decía un conocido mío, pero cuando sus hijos tenían veintitantos, le asaltaban la cama con su amante en su ausencia y pasaban de él como de la mierda, es decir, ¡¡¡ya no tenía que protegerles porque no eran unos PUTOS críos de mierda bajo las alas de papaíto!!! comenzó a creer en los mismos complots que yo comentaba décadas antes de que se viera como un pingajo con cuernos (no de sus hijos) y llamando para una cerveza compartida, a la que nunca fui.

La central de inteligencia (o lo que se supone que la tiene) será otra, pero ese mapa que lo ocupa casi todo (y eso que los chinos no están aún en el negocio, o entran en el Blog. al leer la palabra chino escrita) y cuando no son ellos son el gran hermano americano, pues que me siguen el Blog. será que el Prog. atrae mucho o la Psycho dejó algo pendiente.
Estoy al final de la escapada, y cuando me escapo suelo ser rápido de mente y lento de pies (o piedes que diría aquél) pero la Música que me sigue y a la que sigo a pie juntillas va para cuarenta años con el que suscribe, y las siglas de los territorios que aman la libertad y la fraternidad de las escuelas pías me la suda, porque al final es lo que hay y lo que me dejan (no será mucho, pero Acid Mother Temple sigue poniéndomela, y ya ni eso me consiguen poner)

Los hay que siguen mirándose la entrepierna cuando mean, y se alejan de lo que deben como si les sobrara (por eso los que llegamos después lo encontramos todo perdido) pero si ni tan siquiera pueden medir el tamaño de su meadero, lo normal es que una melodía esculpida desde el aura de la genialidad no la vean ni con aumentos de 1.000.000.000 de amperios.

Todo igual, o casi, porque el calendario que nos rige desde hace milenios ya pone un número más al final de la escapada (perdón, de la cantidad) porque seguimos escapando de lo que no es, nos ofrecen y nos obligan, pero en Música aún, y por lo que falte, no será reseñable que los números cambien.

Vengo de tierra de fieles, nací infiel porque la fidelidad no me produjo sino dolor desde su inmenso desgarro, y a partir de aquí, la Música, y sólo ella puede hacer que sienta lo que no me pueden dar esas normas, esas leyes, lo que me han hecho proscrito desde que soy y me siento.