lunes, 31 de marzo de 2014

Down By The River


Discos Melocotón... Para Siempre (Por Agilulfo)


Cuando no tienes nada que perder y la noche deja de ser tu aliada, las sombras no pueden cubrir tus deseos y la mente ha dejado de dictar tus designios es difícil mantener el cuerpo erguido y el alma serena.
Encontré en la Música lo que nunca había tenido, la conciencia de ser alguien dentro de lo que nunca podría conocer y a partir de ese instante mi cansado corazón comenzó a latir de nuevo, lentamente al principio, más fuerte después, al son de lo que me marcaban mis queridas notas para siempre.

Sentado en un taburete de metal, rodeado de la magia de los vinilos colgados de las paredes y pacientes en sus estanterías, con un foco cuyo destello me llenaba esperaba no ser de nuevo el bufón de antaño y expresarle a Vanessa, ese alma delicada y sensible lo que realmente Discos Melocotón y a través de él Pablo y Eduardo me habían dado.
El sueño a través de los sueños, otro paseo por la imaginación cargada de solos de guitarra imposibles agarrado a un viejo palo de madera que me sujeta a la eternidad, las ansias por conocer y ahora la calma por saberme finito en lo infinito de esta maravillosa sensación llamada Música.

La claqueta golpeando el aire delante de mi rostro, la delicada voz de Vanessa comentando la siguiente emoción para que la memoria hiciera el resto, el momento en el cual unos dedos resbalan por la piel para sentirse... ajeno al mundo que no fuera ese espacio de tantos momentos vividos con dos personajes extraídos de las entrañas de lo irreal, porque Eduardo y Pablo son tan auténticos que parecen no ser, no estar, como me decía una querida amiga de Música y sensaciones "a veces creo que te los inventas porque parecen gente tan especial que ya no existen personas así"
Es cierto, me los invento desde las palabras sobre los discos que suenan en mi mente, desde esas interminables charlas descubriendo de nuevo todo lo que hay tras el negro vinilo, desde la sonrisa cómplice por una melodía que llena de pasión la piel.

Sentado en el taburete una melodía bañaba mi mente de sonidos en los instantes en los cuales quienes saben de esto hacían que todo se pusiese a funcionar, mirando a mi Amor que compartía conmigo esos momentos para la emoción y la fibra, escuchando sólo para mí un clásico tras otro intentando que no se me notaran los pies siguiendo el invisible ritmo de mi corazón.

Cuando alguien vuelve a creer porque dejó de hacerlo y sabe que hay algo que consigue que se levante de nuevo no puede sino sentir con un nudo en la garganta todo lo que eso representa y Discos Melocotón, Pablo y Eduardo y su mundo mágico son un taburete donde siempre me sentiré seguro.

Gracias, de nuevo, otra vez...



domingo, 30 de marzo de 2014

God


Surcos del Siglo XXI - 215

Me voy a permitir...


William Ackerman (Returning-Pieces For Guitar) 2004


... una licencia intemporal, algo que no he hecho hasta ahora pero que siempre es bueno comenzar si de vez en cuando la Música y lo que significa te da la oportunidad de hacerlo.
Esta obra que tenemos entre manos en estos Surcos del Siglo XXI es una revisitación del autor recreando de nuevo las piezas más significativas de su trayectoria a través de los 28 años de carrera que abarca la selección. Es por eso que no considero a este disco un grandes éxitos como podría pensarse ni tan siquiera es un disco en directo en los cuales se pueden permitir las licencias de hacer y deshacer como les plazca los temas que les dé la gana; este disco es una grabación actual, en el siglo XXI de un autor eterno, intemporal y mágico que se permite demostrar de manera real lo que tantas veces las palabras expresan, que la Música, cuando es de calidad y tiene el talento del autor tras ella no sabe de épocas ni eras, de colores o espacios, de lugares o formas.
"Returning-Pieces For Guitar" vuelve a mostrarnos a William Ackerman en estado puro, tomando como si fuera ayer las piezas sublimes que salieron de su mente y se convirtieron en seda a través de su guitarra y nos la entrega en este 2004 para deleite de viejos amantes de su Música y todos los que ahora quieran enamorarse con ella. Evidentemente puede tomarse como un descaro y pensar que cualquiera se lanza a hacerlo y santas pascuas, pero no todos pueden y no todos los sonidos se acoplan al talento de un artista 35 años después, porque en este disco la barbaridad de las piezas que en él se han seleccionado deja muy a las claras la inmortalidad de estas canciones que no pierden un ápice de su frescura porque cuando algún iluminado llamó a... "Nueva Era" ya la metió hasta el fondo, pero que aún se piense en etiquetas para definir estas obras de pura magia da lástima por quienes desean y no pueden.
William Ackerman vuelve de su retiro para dejarnos de nuevo la piel erizada, la sensibilidad recorriendo el alma y toda la mente dispuesta para lo que esta Música eterna quiera hacer con nuestros sentidos y de verdad que agradezco (como lo haría con otros genios que se atrevieran a llevar su talento un poco más allá) que de nuevo estas piezas que son parte de mi historia puedan acariciarme tanto tiempo después de otra manera, con otro sonido pero con el mismo talento a la hora de interpretarla y el gusto exquisito con el que siempre las he soñado.
Para quienes deseen tomárselo con la calma de la belleza y sepan apreciar lo que otros dieron por tomar como propio debido a una manera de pensar, vestir, trabajar... y olvidaban que Ackerman componía piezas de este "estilo" allá por el año 1970 y no pensaba en nuevas eras para su Música.

Songs:  The bricklayer's beautiful daughter;  Anne's song;  The impeding death of the virgin spirit;  Pictures;  Hawk circle;  Barbara's song;  Unconditional;  Visiting;  Processional;  In a region of clouds;  Last day at the beach


Surcos del Siglo XXI - 214

Algo fresco, muy fresco que durante un tiempo ocupó un espacio dentro de lo que la Música dejaba como idea de sonidos ¿nuevos?


One Thousand Violins (Like One Thousand Violins) 2000


Durante más de una década One Thousand Violins destiló en su obra ese Pop fresco y sin pretensiones que por su elegancia y exquisitez siempre se deja escuchar y que en algunos momentos se convierten en pedazos de Música de las que pueden acompañarte en cualquier lugar o situación.
"Like One Thousand Violins" es un recorrido por su obra en esos años y aunque a mi entender faltan algunas piezas muy representativas del grupo en general los trece temas de los que se compone el vinilo dejan muy claro de qué iba el grupo y sus pretensiones a la hora de crear Música.
Pop y en ocasiones según se mire y por dónde Pop Rock suave y agradable todo basado en esas guitarras que con el sonido particular del acero haciendo sentir que las piernas se te van detrás de la melodía que entonan se encargan de llevar los ritmos con riff continuos y mantenidos aceptando en los comienzos de según qué temas arpegios que nos ponen en el camino de lo que va a venir. 
Importante la voz en estas canciones de formato corto que no van más allá de los tres minutos y que permiten al vocalista ir contando las historias estrofa tras estrofa acompañado por las seis cuerdas y las entradas nunca en plan de protagonista de los teclados, especialmente el órgano que sirve como abrazo al desarrollo del tema.
La sección rítmica cumple con su papel sin excederse lo más mínimo, ritmos marcados para seguir a las guitarras y apoyar en los cambios (no muchos pero necesarios) de clave que algunos temas piden; bajo y batería juntos como uno sólo en el concepto más claro y evidente de sección de ritmo.
Un disco que se escucha tan fácil y es tan llevadero como la Música que propone, algo que de vez en cuando me gusta recordar porque es una manera de estar en la nada si lo que quieres es que la nada esté en algunos momentos, Música para seguir, cerrar los ojos y no pensar que pueda ser o no, simplemente hacer que los suaves susurros de los instrumentos te acaricien la piel y dejen su sello.
Vince Keenan voz. John Wood voz. Colin Gregory guitarra y voz. Dave Walmsley guitarra, teclados y voz. Darren Swindles bajo. Peter Day batería. Ian Addey batería.


Surcos del Siglo XXI - 213

Un grupo apasionante por todo lo que aporta y lo que mentalmente me sugiere, que es la leche elevada a lo que uno quiera.


The Smell Of Incense (Through The Gates Of Deeper Slumber) 1996


El grupo noruego The Smell Of Incense es una constante brisa de aire fresco por lo innovador, inmensamente especial de lo que propone y sobre todo porque la calidad que atesoran sus obras (lástima que se prodiguen tan poco) es digna de disfrutarse.
"Through The Gates Of Deeper Slumber" nos presenta al grupo en sus comienzos con esa capacidad para sorprender que tanto agradezco, una maravillosa visión en clave Psycho Prog. de los sonidos en una obra tan excepcional como bella.
Con una idea casi conceptual de la historia la estructura en su construcción es apasionante, una obra en forma de suite que ocupa toda la cara A llamada "A Floral Treasury" y que a su vez se compone de diversos espacios unidos musicalmente y sin pausa alguna en los cuales nos vamos metiendo de manera inconsciente en ese mundo que los músicos crean a base de oníricos momentos con teclados, violines, violas y los instrumentos al uso pasados por efectos que nos transportan a paraísos lejanos donde la Música se convierte en guía de los sueños, porque realmente la obra completa es como un sueño dentro del cual perderse es un disfrute.
La cara B del disco nos ofrece dos piezas que según donde se mire se confunden con la primera cara (especialmente formatos distintos al vinilo) "Columbine" Confused" y "A Word In Season" que sirven como puente a la segunda suite del disco, otro espacio a modo de historia de ensoñaciones más abiertas titulada "From The Third Hemisphere" que a su vez está formada por cuatro piezas enlazadas entre sí para permitir la sensación de continuidad en la aventura.
Maravillosa la concepción y maravillosa la interpretación de la misma transformándolo todo en un viaje apasionante que sólo se puede disfrutar dejándote ir en medio de las fantasías y recreando lo que la Música te sugiere, una obra inmensa de imaginación y fascinante en su capacidad para embelesar.
The Smell Of Incense provocan una manera de entendimiento a través de los sonidos, una perfecta forma de evasión entre paisajes evocadores que se vislumbran en la mente una vez que los sonidos van abrazándote durante su desarrollo y este disco es otra ocasión más para ese escape mental.
Bumble B voz, violín y viola. Lumpy Davy guitarras, sitar, percusión y voz. Ernie Chung guitarras, bajo y voz. Han Solo bajo, mellotrón, órgano y voz. Cool Kat batería.


Surcos del Siglo XXI - 212

Una banda de reputado nombre durante una época en la que se buscaban muchas cosas y en algunos casos, como el que nos ocupa, se encontraban.


Suede (Dog Man Star) 1994


Quizás me vuelvo más radical con la edad o quizás lo que ocurre es que lo de ir contra corriente ya se me hace un hábito, pero si pienso que para gustos los colores en lo relativo a casi todo lo que me rodea en mi caso me lo impongo y mis gustos son eso...
Viene al caso esta parrafada porque cuando me enganché hace dos décadas a los sonidos de Suede su disco "Dog Man Star" me pareció un soplo de aire fresco y me llevó muy alto. Por supuesto como suele ocurrir fue un fracaso de ventas y para muchos un catacrock tras su álbum debut, pero en esencia y en lo que a mí concierne el doble álbum que fue el segundo en la carrera del grupo aún no ha sido superado.
Me gusta por su oscuridad, nada que ver con el resto de su producción, un disco que rezuma pesadumbre y pesimismo por donde lo pilles, quizás influía las tensiones que fueron vox populi entre Brett Anderson, vocalista y líder (según su visión de las cosas) del grupo amén de director artístico ¿? y el guitarrista Bernard Butler, un músico que creo ha sido infravalorado tanto como guitarrista como compositor. Como decía, esto o lo que sea provocaron un disco realmente duro y oscuro pero que me encanta, un golpe a los sentidos cuando todo lo que había alrededor salvo honrosas excepciones se encaminaba a un Pop que buscaba esa luz y alegría en lo que se hiciera.
"Dog Man Star" demuestra una banda en plena forma, 57'50'' de buena Música, Rock de los noventa sustentado en la sensación de inmenso bloque que dan las composiciones de los dos mencionados y destacándose la peculiar voz de Anderson, un timbre fácilmente reconocible y que en ocasiones (aunque no creo que fuese el caso de este disco) se hace excesivo.
Temas de contundencia sonora escritos de manera fantástica e interpretados como una banda, una guitarra que cuando quiere te rasga por la mitad y salvo algunos arreglos orquestales demasiados superlativos los instrumentos ajenos sirven de apoyo para redondear las interpretaciones.
Temas como "The Asphalt World" se te quedan en el alma, piezas de melancolía absoluta como "Daddy's Speeding" que hacen estremecer sin concesiones.
En mi opinión un buen disco de Rock para escuchar en cualquier momento, a pesar de cierto desasosiego que no suele gustar, pero hasta en eso hay momentos que me apetece sentir que eso es así.
Simon Gilbert batería. Mat Osman bajo. Bernard Butler guitarra. Brett Anderson voz.

A:  Introducing the band;  We are the pigs;  Heroine;  The wild ones
B:  Daddy's Speeding;  The Power;  New generation
C:  The Hollywood life;  The 2 of Us;  Black or blue
D:  The Asphalt World;  Still life


Surcos del Siglo XXI - 211

Una banda que fue demasiado y que a lo largo de los años en los que estuvo dejó la impronta de su calidad sobre todo...


Hootie & The Blowfish (Fairweather Johnson) 1996


Curioso el caso de Hootie & The Blowfish, un bombazo de ventas en su irrupción en el universo de los sonidos con su Rock de compacto sonido y canciones que en poco más de tres minutos desgranaban toda la fuerza que el grupo sabía expresar.
Eso sí, siempre he considerado al grupo como eso, si distinguimos la voz especial, preciosa y de un registro más que notable de Darius Rucker que es la seña de identidad del combo lo mejor que se puede decir de ellos es que suenan de una manera tan compacta que da gusto, como un bloque en el cual todo se aprecia y nada está de más.
"Fairweather Johnson" es su segundo trabajo que continúa la línea de su antecesor, el boom que les hizo batir records de ventas aunque en mi opinión este disco está mucho más elaborado y se les nota en las composiciones una madurez que no tenían. La producción ayuda y mucho a que todo sea redondo y los distintos instrumentos que ajenos al grupo van metiéndose en los temas no hacen sino resaltar la propia composición, siempre limpia y cuidada, especialmente se nota cuando el "Hammond" o el piano acompañan a esa voz que se lo come todo.
Como buen disco de Rock al uso casi deslizándose en ocasiones por un Pop Rock más suave las guitarras llevan el peso de los temas (tras la voz de Rucker a quien no le tose nadie) con ritmos más que agradables y arpegios preciosos en los temas más tranquilos. Guitarras que como ya hemos dicho se acompañan en ocasiones por teclados que provocan un efecto de profundidad en los temas considerable.
Otro aspecto cuidado y muy efectivo son los momentos de conjuntos corales en los cuales los miembros del grupo acompañan a la voz solista y se salen ("She Crawls Away" es un ejemplo en la cual bordan los coros dejando un tema precioso, cálido y con mucho sentimiento)
La sección rítmica no se mete en jaleos, acompaña y deja fácil lo que la voz, guitarras y teclados quieran hacer, sin alardes y por supuesto sin desentonar porque esa sensación de compacto bloque se mantiene en cada momento.
Un disco agradable para escuchar, no exigirte nada cuando la nada es buscada para descansar de cualquier cosa y sentir la magia de la Música recorrer la piel.
Mark Bryan guitarra, mandolina, piano y voces. Dean Felber bajo y voces. Darius Rucker voz solista, guitarra y dobro. Jim Sonefeld batería, piano y voces.

A:  Be the one;  Sad caper;  Tucker's Town;  She crawls away;  So strange;  Old man and me;  Earth stopped cold at dawn
B:  Fairweather Johnson;  Honeyscrew;  Let It breathe;  Silly little pop song;  Fool;  Tootie;  When I'm lonely


sábado, 29 de marzo de 2014

John Paul


La Caña... De Azúcar (Dos)


En una ocasión (debía estar muy aburrido para hacerlo) leí un estudio sobre las distintas posturas que se pueden pillar en la barra de un bar, y según el iluminado que escribía semejante tesis para el Nobel de Ciencias Sociales, había unas 294; en mis buenos tiempos podía colocarme y descolocarme, según el grado de alcohol y cansancio, de unas treinta formas distintas, pero el tipo que ahora estaba a mi derecha, o se había leído el mismo artículo o no daba con la tecla.
Se giraba, se volvía a girar, apoyaba un brazo, apoyaba el otro, miraba el culo a la caucásica, miraba las tetas a la morena, volvía a girarse, volvía a desgirarse, iba, venía, se alejaba de la barra, se acercaba, daba un pase de pecho a la chica que pasaba delante de él, miraba el culo de la camarera, de las dos, pero no había forma de que tomara un trago, porque el tío no pillaba el toque, y así para una vez que agarró la copa de vino, ¡zas! se lo echó encima, con el consiguiente saltito hacia atrás por el susto y más vino al suelo, otro saltito y más vino en la barra, hasta que se debió dar cuenta de lo que pasaba y soltó la copa para seguir moviéndose inquieto, buscando algo para limpiarse, limpiar... La camarera, atenta a todo, con esos ojos penetrantes que te acusaban por existir, limpió rauda la zona dañada y ofreció otra copa al individuo que tras negar con la cabeza pagó y desapareció del local a velocidad de vértigo.

Las dos camareras volvieron a reír, hasta que una de ellas se dirigió hacia una pareja que entraba por el ala este del bar para atenderla,  modernos ellos hasta la yugular y marcando estilo... de ceporros, porque la colega llevaba un moñito que ríete tú de las muñequitas años 30 y el tipo iba de marca de mercadillo moviéndose para que se viera el pedazo caballo con el tipo montado haciendo polo hecho a mano “made in rastrillo miércoles”. Ya colocados, y pedida la consumición, la tía estaba echando unas miradas descaradas a otro que estaba sentado enfrente como para darle un toquecito, pero es que el moderno no se enteraba, él iba a su rollo, luciendo palmito con la cabeza levantada y tomando posturas para que se le viera, manos en los bolsillos y mirada displicente, por lo que su acompañante, a la que debía llevar de florero, estaba a echar... lo que fuera con quien fuera.

La camarera, que no perdía detalle, debía conocer al chico que estaba siendo violado por las miradas de la tía, y saliendo de la barra se fue a charlar con él con el pretexto de recogerle la bebida, colocándose hábilmente en medio del ángulo de visión de la otra y ofreciéndole descaradamente el culo, por lo que la acompañante del maniquí de feria tuvo que conformarse con él y sus movimientos.
Volviendo a mi cerveza, que ya no existía, solicité otra, y en esta ocasión señalando con el dedo lo que había bebido conseguí que no hubiera confusión, por lo que la segunda pinta me fue servida al tiempo que dos chicas se colocaban junto a mí esperando ser atendidas.
Yo no sé si el barullo de estos locales, el ruido de fondo, la que se lía por las idas y venidas, hacen que la gente se crea que está sola y sin nadie alrededor, o simplemente les importa una mierda hablar de lo que sea, porque hay que ser no sé qué para comentar con una amiga el último polvo al lado de un desconocido mientras esperas que te sirvan una copa. No es que me importe que la gente folle (benditos ellos) cómo follen, la longitud de lo que sea y el tamaño de los huevos del caballo de Espartero, pero salvo que esté escribiendo un guión de El Íncubo, donde me doy todas las licencias, si tengo que hablar o charlar sobre el follar, normalmente me cuido de que me escuche quien debe, a no ser que esté preparando una tesis (otra) y quiera saber la reacción del respetable. Estas dos desde luego no sé si una tesis, pero preocupación porque al que sea se le venía abajo y no había manera, ni con la boca, ni con la mano, ni con el pie... pues usa el coño, a lo mejor con el calorcillo se anima, y que claro que se perdía el momento con lo bonito que había sido lo anterior, la cena, las bebidas, la conversación (y una mierda la conversación, la otra no se lo creía ni de coña) y en el momento pues nada chica, que no hubo forma.

La otra, que la escuchaba y se daba cuenta que yo escuchaba porque estaba como a 30 centímetros (medida oficial, no sexual) de la que hablaba, se relamía de gusto con el fracaso de la amiga, intentaba hacer como que la animaba y de paso me miraba por si yo hacía algo, cosa que por supuesto no ocurrió, Dios me libre de meterme en una conversación “privada” en medio de un bar lleno de gente sobre los problemas para ponerle la polla (es la palabra que utilizó la chica fina) dura al amigo después de una noche de verbena.
Lo mejor vino después, cuando la otra, además de hacer como que la consolaba, le empieza a dar consejos de cómo y de qué manera, en plan experta en ponerlas tiesas, y la del fracaso escuchando ensimismada como no dando crédito a lo que oían sus pabellones auditivos. En un momento dado, y ya era descarado que también hablaba para mí, se le escapó uno de los consejos poniéndolos en primera persona, y con ello descubrí que el tipo que no se ponía, con esta otra sí se había puesto, pero la amiga ni se coscó, así es que ellas mismas y sus pollas flácidas (¡qué me van a contar a mí de eso!) miré a la de los consejos, moví la cabeza para dar a entender lo que había pasado y volví a mi cerveza, que ya se estaba calentando.

Terminado el último trago, solicité la cuenta evitando la pregunta de rigor ¿Qué te doy? que me provoca la respuesta de rigor que tanto me cuesta reprimir cuando la escucho en boca de otro, y al abonar la consumición la camarera, en un alarde de simpatía no expresada hasta ese momento, se despidió deseándome una buena tarde y me dispuse a salir del bar.
A punto de dejar “La caña de azúcar”, los animalitos del zoo, las cercanas galaxias interestelares y algún que otro ser humano en sus diversas formas de hombre, mujer y algo más, casi me quedo sin un ojo cuando un descerebrado que intentaba poner en marcha la maquinita para el tabaco movía la mano como un poseso porque no acababa de hacer “clic”, hasta que otro que estaba con él le indicó que cada vez que le daba la encendía, cada vez que le volvía a dar la bloqueaba, y así como unas diez veces, por lo que no conseguía nada. El berzotas lo intentó de nuevo y esta vez, al pulsar sólo una el mando, consiguió su propósito. Los compañeros aplaudieron, yo conseguí concienciarme sobre mi teoría de la involución humana y empujando la puerta apuré una bocanada de aire fresco que me vino muy bien tras las dos pintas degustadas entre... digamos, la gente.

La vuelta a mis orígenes no estuvo mal, pero quizás me pilla mayor algún que otro momento de relax sólo, porque ahora me obligo a charlar y vivir el momento con quien quiero, y estos, realmente, no se quieren.


Cuando El Sitar Se Hace Jondo


La Caña... De Azúcar (Uno)


Cuando la flama arde, algo me quema por dentro.
He vuelto, de manera fortuita eso sí, a retomar el placer de entrar en un bar para beber, que es lo que suelo hacer cuando entro en uno de estos sitios sólo, porque dar una vuelta se me quedaba muy cansado y de pronto recordé que mi garganta necesitaba algo líquido que echarme a la boca. Ciertamente hubiera preferido otro tipo de líquido para llenar mi boca, mis labios y dejarlo caer por la garganta, pero no estoy para pedir nada, y menos para que me lo den, así es que me pareció una buena oportunidad para retomar una vieja tradición de años y que tenía olvidada completamente.
Siempre me ha encantado, una vez me decido a abordar la barra, que es donde me coloco cuando estoy sólo, observar y empaparme con todo lo que pasa a mi alrededor, y en este caso, sin excepción, fue un ejercicio realmente saludable para mi mente, mi humor negro, y ese puntillo de ironía que destilo a veces, porque hay que reconocer que el hombre es como es, el ser humano debe ser otra cosa, porque yo no les encuentro parecidos.

Entré en el moderno establecimiento llamado de forma, no sé, engañosa “La caña de azúcar” y digo engañosa porque dichas cañas son paneles pintados con el origen del dulce pegados a la base de la barra, y ante la soledad de la misma, decidí tomar posiciones. Con un aire desenfadado y un estilo depurado que no he perdido a pesar del paso del tiempo, tomé un taburete, moderno también y además ergonómico, y apoyé mi trasero, el mismo que a algunos enamora y a otras les da risa, con la idea de pasar un rato, el que ocupara saciar mi sed, observando, observando, observando.
Ante la falta de clientes solicitando bebidas u otros deseos culinarios, porque hay que decir que en el bar también dan raciones (es muy completito) no sé si se incluye la “caña de azúcar” como aperitivo, la camarera se detuvo ante mi careto para preguntarme qué deseaba. Dando por hecho que lo que yo deseaba no iba a dármelo, solicité una jarra de cerveza para empezar a entonarme, pero he aquí que la chica, originaria de algún país del antiguo bloque comunista no debió entender bien.

No sé si la palabra “jarra” puede, en la lengua madre de Don Miguel de Cervantes, tener alguna similitud con las palabras “zumo de tomate”, pero allá que se fue la chica a prepararme uno. Como no me cuadraba que a la cerveza, sagrada bebida de dioses y paganos se le eche limón, me escamó la parte de los preparativos y se lo hice ver, a lo que me contestó sorprendida que no tenían “jarras”; yo puedo comprender que el utensilio para recibir el líquido sea el que el establecimiento imponga, pero dar como alternativa otra consumición por no tener un recipiente determinado, me parece alucinante, a no ser que mi pronunciación del suroeste de la península, con mezcla del sur, centro y norte, sea complicada para una chica que habla perfectamente el castellano, pero lo entiende de aquella manera (justo lo contrario de lo que me pasa a mí con el italiano)
Yo prefiero la “jarra” porque ese asa tan mona que le ponen impide que mis dedos contacten con el recipiente y así la cebada transformada en vida no se altera en su temperatura, máxime cuando los primeros sorbos helados me ponen de aquella manera, pero entiendo que si no hay “jarras” puede existir una alternativa para beber cerveza, alternativa que no pasa por un “zumo de tomate”, al menos en mi caso de cervecero impenitente.

Una vez resuelto el entuerto, la chica, de tez blanca, muy blanca, caucásica diría yo, precioso trasero, perfectas caderas, reducidos pechos y mirada asesina (algo tenía que tener mal, por supuesto) me sirvió una pinta de cerveza, cuyo primer trago fue como un bálsamo para mi reseca garganta (ya que comenzaba a sentirme como el perro de Pavlov) y tras servírmela, comenzó a charlar con otra chica, de acento de más allá del Atlántico, tez morena, muy morena, precioso trasero, exuberantes pechos y mirada dulce (esta lo malo lo tendrá por dentro, por fuera no se lo aprecié) y a mirarme mientras se reían a gusto.

Dando por hecho que se reían de mí, pasé del punto y seguí degustando la cerveza, cuando una marabunta de gente accedió al local, padres, madres, amigos, amantes, cornudos, cornudas, más amantes y los supuestos hijos de quien fuera, que apabullaron la parte reservada a las mesas y sillas ocupando de pleno todo el local en una de sus alas. Dos de los hombres del grupo, de aspecto de mayores pero menores que yo, a los que las calvas, la vida y las mujeres no les han tratado muy bien (aunque intuyo que serían de gimnasio, modernas técnicas sexuales y demás) solicitaron a la camarera, la caucásica, una lista de bebidas, que al escucharlas me hicieron ocultar la cerveza que estaba bebiendo, pensando que la liga anti alcohol se había adueñado del bar, y no quería caer en sus garras; el pedido de marras consistía en dos cafés, dos tés, dos zumos de melocotón, dos chocolates calientes, un refresco de naranja y otro de limón (para compensar) y una botella de agua. Quedé sorprendido de cómo se cuida la gente, especialmente estos y estas, que llevaban bastante mal lo de la apariencia y que fumaban cual carreteros llenando de humo la parte del local donde se sentaban.

Yo iba a lo mío, pero la tranquilidad duró poco, porque uno de los niños comenzaba a gatear por el taburete y mi pierna izquierda pidiendo algo, el padre, legal o biológico, no lo sé porque tenían la misma cara de gansos pero con distintas apariencias, no decía ni mú enfrascado con otro en una conversación sobre tangas y braguitas, sobre todo la dificultad para retirar unas u otras, y como no se ponían de acuerdo recordé a mi héroe de la antigüedad, el gran “Herodes” y sutilmente lancé mi pierna para que la molesta criatura dejara de joderme mientras bebía mi pinta de cerveza. Dio resultado y el llanto del crío hizo que el padre (legal o biológico) dejara el tanga a medio quitar y le atendiera, para ya con las bebidas servidas abandonar afortunadamente la barra. La camarera me volvió a mirar fijamente, con esa mirada asesina, pero no dije nada, aún me quedaba cerveza y seguí a lo mío, volviendo la cabeza hacia mi derecha, donde un tipo de más de 60 no encontraba la posición idónea.


Música... A Pesar De Todos


No miro al horizonte que se pierde donde mis sueños se desvelan, quizás la luz de la mañana sea más reveladora de las miserias que todos tenemos que esa oscuridad donde se esconden los que nos saben estar de pie y sin embargo encuentran su lugar arrodillados.

Es fácil decir te quiero cuando quien te escucha no puede sentir lo que significa una palabra amable tras el dolor de saberse muerta en vida, es tan cómodo enviar mensajes que puedan ser oídos por quien no debe como la escusa fácil cuando se vacía la pena y se deja el llanto, pero más allá de nuestras propias miserias las palabras vacías seguirán significando lo mismo, la nada en un alma que no puede transmitir porque no siente.

Desvelos de sueños imposibles, momentos de paz que nunca llegan, emociones dejadas morir por la podredumbre de los que nunca están, mañanas que persiguen la madrugada para escapar de los sueños convertidos en pesadillas, falsos mesías buscando su momento entre los desechos de almas perdidas.

No pido para no recibir la mirada displicente, el asco de la palabra obligada o le desencanto de saberme a años luz de ese mundo que no sugiere, por eso insisto en buscarla y echarme en sus brazos, acariciarme con su voz y derretirme entre su son al ritmo que marca mi corazón escuchándola, un pálpito tan natural como sentir el aire que respiro.

Es imposible dejar de ver a pesar de las luces ficticias que buscan cegar mis ojos, es imposible no ir más allá cuando la siento porque en ese momento mi horizonte se sabe infinito y puedo cabalgar a lomos de mis sueños sin límite alguno. Es imposible porque es... Música.

Jeff


Ho


Surcos del Siglo XXI - 210

Algo crudo, sin condimentos ni aderezos para que la entrada en vena sea de manera radical y directa, no vayamos a confundirnos...


Orange Sunshine (Homo Erectus) 2001


La banda holandesa Orange Sunshine demuestra su gusto por los límites sin límites, creando un explosivo artefacto que puede ser cualquier cosa que uno se imagine y algo más. Y no estoy comenzando a pillar animadversión por los nombrecitos al uso que se van dejando creados por causas a veces casi irreales y en ocasiones casi esotéricas, es que muchas veces lo que parece más llevadero es lo que menos se ve.
Dicha esta parrafada que no me sirve más que a mí "Homo Erectus" es un tremendo envite de Hard Psycho que chirría de gusto y clase, un poderoso armamento de sonidos que pueden ser de destrucción masiva o al mismo tiempo (que es lo que yo siento) de placentero gozo masivo. Si las tendencias actuales los encuadran en otro lugar pues será así, pero esa guitarra desangrándose entre solos y riff salvajes que parecen un peldaño por encima de la realidad y esa sección rítmica aguantando lo que le echan y echando a patadas lo que no vale sigue sonándome a maravilloso y duro Hard con un toque Psycho que tira para atrás.
Pesados, enormes, demoledores y un poco más la garganta de Guy Tavares que desde su batería envía mensajes de no tomar prisioneros se estremece oculta tras efectos que la alejan de lo real y ecos para que se mantenga grabada en la memoria mientras deja cocer a fuego lento la maravillosa sensación de verte desgarrado, cortado y atravesado por las seis cuerdas de Arthur Van Berkel que si no te llega a estrujar con esa Acid Guitar demoledora, ese fuzz y los paseos por el infinito montado en tus sueños es porque estás muerto. No se queda como convidado de piedra Thomas Van Slooten que con su bajo y delante del muro no deja que nadie se escape, o lo tomas o te pierdes, pero no puedes irte si comienzas el viaje.
Sensaciones lejanas de ácido, LSD, muchos sueños incumplidos y paseos por lugares inexistentes entre demenciales notas de maravilloso impacto. "Luv Me" te machaca, "Magic Ship" y "Free" son tan crudas que se atragantan al devorarlas, "Catfish" es una emoción bajo los escombros... toda una demostración de sueños rotos y vueltos a pegar en ocho andanadas que no dejan títere con cabeza. Si la portada no te da una idea de lo que viene, agárrate fuerte por si acaso.
"Homo Erectus" es energía llegada desde los rincones de los sueños, convertirlos en lo que quieras sólo es cosa tuya, volar, descender a los infiernos o levitar hasta saciarte...

A:  Hush Hush;  Catfish;  Magic Ship;  Treatin' Me Mutha'
B:  Luv Me;  Girl, You...;  Free;  Cause I'm Your Man

Surcos del Siglo XXI - 209

Vamos con una exquisitez para que los vientos de ciertas cosas nos afecten un poco menos, porque la Música como bálsamo para los sentidos siempre encaja bien.


Damon & Naomi (The Earth Is Blue) 2005


Belleza, belleza y más belleza en este excepcional y precioso disco de Folk Psycho Prog. que en el siglo que va avanzando nos deja de nuevo bien a las claras que la Música de calidad no sólo no muere ni pasa de moda, es que no existe una moda cuando los sentidos pueden dejarse acariciar por exquisiteces como esta.
Damon y Naomi dan una lección de sensibilidad que no está al alcance de casi nadie, una sensación de que todo lo bello se puede reunir en estos surcos que destilan aroma a seda, un conjunto de canciones para que las sensaciones inunden la piel, penetren en las entrañas y se hagan parte de tu alma.
Composiciones excepcionalmente montadas, el comienzo de todo en los temas concebidos de manera sublime y que una vez interpretados reflejan el nivel excelso de los músicos. No hay nada que pueda parecer fuera de lugar, todo está tan perfecto que es más que Música, es pura magia, incluidos los pasajes en los cuales la guitarra de ese invitado de excepción llamado Michio Kurihara se embelesa y excede con el sonido eléctrico en instantes de solos quejumbrosos llevados tan arriba que lo demás no importa (su trabajo en "House Of Glass" o "A Second Life" por citar algunos ejemplos es la demostración de como un tema se puede transformar en algo distinto sin perder ni un ápice de su grandiosidad)
Acústicas suaves y que desprenden la calma a través de sus cuerdas acariciadas con maestría por Damon Krukowski, percusiones casi imperceptibles que ayudan a sostener los temas en ese equilibrio tan complejo que ofrecen sus desarrollos, vientos que como invitados ocasionales nos mecen y mantienen en ese estado de absoluta ensoñación en el cual toda la obra te sumerge. 
Mención aparte merece el fastuoso conjunto vocal que nos ofrecen, sea la voz de terciopelo de Naomi que en sus temas es como un susurro que parece apenas llega y sin embargo te atraviesa hasta poseerte, sea el tono más grave de Damon que se desliza como quiere a través de su garganta. 
Un disco para disfrutar en cada surco, cada sonido surgido de la nada, un viaje apasionante de la mano de ese Folk Psycho exquisito que no puede sino saborearse como un manjar para los sentidos, cuerpo y alma disfrutando de todo lo que es la Música hecha una razón para entregarse y dejarse llevar. No dejes pasar momentos como este, suelen ser irrepetibles, a pesar de escucharse...
Damon Krukowski guitarra acústica, batería y voz. Naomi Yang bajo, teclados y voz. Michio Kurihara guitarra. Greg Kelley trompeta. Bhob Rainey saxo. Dana Kletter piano.

Side One:  Beautiful close double;  A second life;  Malibran;  House of glass;  Sometimes
Side Two:  While my guitar gently weeps;  Ueno Station;  The robot speaks;  Araçá azul;  The Earth Is Blue

Surcos del Siglo XXI - 208

Una sorpresa por su origen, una incandescente manera de sentir que no estoy gracias a lo que hacen y me envían.


Lento (Anxiety Despair Languish) 2012


Lejos quedaron ya los tiempos en los cuales el Bel Paese nos deleitaba con andanadas de maravilloso Prog. con un toque tan personal como exquisito. Hoy en día las tendencias han cambiado y mucho; de los nuevos grupos y artistas surgidos en Italia nos encantamos de presentar uno que por lo que hacen y el momento en el cual se vive y viven sólo puede dar lugar a admiración por la valentía de la propuesta.
El Hard más extremo o lo que hoy se llama Stoner Rock, Doom, Post Hardcore... tiene un público, un momento y casi siempre lugares (me refiero a los físicos, en los mentales los límites no deberían existir) y que en Roma haya surgido un movimiento como este que representa Lento y que ya nos va acompañando con su tercera obra es simplemente sorprendente.
"Anxiety Despair Languish" no oculta nada, pero nada de nada, es un álbum instrumental escrito, interpretado y parido en clave de Hardcore extremo, salvaje, oscuro y demoníaco, un conjunto de canciones (trece en total nombradas con esos números romanos que tanto me apasionan, por algo será que así lo hacen) que no dejan títere con cabeza, porque los cuatro miembros del grupo se imponen destrozar sentidos y conciencias a base de poderosos golpes a la mente, unas andanadas que no dejan de caerte como si fueran pedazos de acero parecidos a todo lo que sale de sus instrumentos.
Inmensos golpes a través de las guitarras, seis cuerdas asesinas que no pueden dulcificar ni los escasos pasajes de teclados que se atreven a aparecer por detrás de todo lo que viene, guitarras en clave de graves y oscuros sonidos, escasos arpegios y muchos riff para matar. 
En una Música como esta y que además se empeña en serlo la sección rítmica no puede sino ser esa demoledora sensación que todo lo arrastra y así es porque no ves un agujero por el que escapar.
En todo y en lo que llega "Anxiety Despair Languish" es eso, una manera de entender el Rock desde el extremo, también y de nuevo (afortunadamente) una demostración de que la Música no sabe de fronteras y el viaje inacabado de tu mente cuando el último de los sonidos se pierda en el espacio dejándote suspendido en el aire.
Federico Colella. Donato Loia. Emanuele Massa. Lorenzo Stecconi

A:  Glorification of the chosen one;  Death must be the place;  Questions and answers;  Blackness;  Anxiety Despair and Languish;  The roof;  Years later
B:  A necesary feap;  Underbelly;  Blind idiot god;  Inwards disclosure;  Anyelding anwawering;  My ulmost for his highest


Surcos del Siglo XXI - 207

Mucho que ofrecer y nada que ocultar, el amor de una banda por lo que siente reflejándolo en su manera de crear Música.


Kadavar (Kadavar) 2012


Si pones el disco debut de Kadavar y no te avisan de casi nada es más que probable que te sientas descubriendo otra de las bandas que en la gloriosa década de los setenta quedaron sepultadas por la cantidad de genios y talento que se juntaron en ese espacio temporal y que de pronto algún iluminado rescata para deleite de los que amamos el Hard más puro y sin artificios.
Es más que probable, seguro que sí, porque los teutones de Kadavar (de nuevo ese lugar incrustado en la vieja Europa que se niega a dejar de ser por sí mismo) no ocultan ese amor por lo que han mamado y les ha llevado a hacer Música maravillosa y directa al alma, Hard duro, potente y contundente que se te mete en las entrañas hasta que revientas de placer.
En formato de Power Trío estos tipos arrancan astillas a sus instrumentos pero siempre con una clase y elegancia que nos recuerda a lo mejor de lo mejor. Mucho de Zep, Sabbath (el comienzo de "Creature Of The Demon" es un homenaje a la banda por lo que representa) y lo que queramos pero pasado por la particular manera de entender los sonidos en esta segunda década del siglo XXI que ofrece giros y novedades paralelos a la generación que la vive.
Lindemann y su guitarra nos abrasan con los solos descarnados sean con efectos de ácid guitar, sean de una limpieza bella y sin nada que no sean sus dedos atravesando el acero para sacar de las seis cuerdas todo lo que llevan dentro, precioso y con un aire rancio que me enamora; los riff son tan duros que dañan, dejándose caer sobre el cerebro (instantes poderosos de aplastamiento nos dejan "Goddess Of Dawn" o la fantástica "Purple Sage", una gozada por donde la pilles) su voz sale siempre pasada por algún filtro, no sé si no se fía mucho de su registro o pretenden que esa lejanía dé a entender algo más allá de su Música.
Mammut al bajo nos distorsiona el cerebro con cuatro cuerdas en un tono más que grave, entrando y saliendo por donde quiere y le da la gana para deleite de los que queremos siempre algo más que un mero acompañamiento (el descanso fingido en "Purple Sage" para arrancar de nuevo toda la banda es precioso) mientras que los ritmos impuestos a golpes de timbales por Tiger aplastan al más pintado.
Seis temas para gozar del Hard más exigente de la mano de este trío excepcional y a la vez brutal, momentos oscuros que recuerdan a ese Dark emotivo como "Forgotten Past", tremendo impactos en clave del Hard más exquisito dejado en piezas como "Black Sun" una maravilla. 
Vuelve con nosotros a disfrutar de lo que nos hizo sentir diferentes, deja de mirar los números y las fechas y sumérgete en la Música que lleva a las estrellas.






  

Surcos del Siglo XXI - 206

Una formación apasionante que nos invita a una experiencia inolvidable a través de los sonidos que emanan de su talento.


Long Distance Calling (The Flood Inside) 2013


Misterioso en ocasiones y contundente de una manera demoledora en otras, "The Flood Inside" se puede definir como la cúspide de la banda, porque los alemanes de Long Distance Calling no se han quedado de brazos cruzados en una línea que les llevaba desde esos oscuros orígenes en los cuales el Hard más salvaje se dejaba querer por el Stoner Rock y la salvajada sin límites del Doom para llegar a este trabajo en el cual su descarada llagada al Hard Prog. es un hecho que además se agradece pero mucho.
Un tremendo impacto sonoro de 55'31'' en formato de doble vinilo que nunca da la sensación de acabarse porque el enganche que se produce entre la mente de quien se ve envuelto por la Música y lo que estos tipos crean es de tal calibre que no lo dejas ni un instante. El 50% del disco es instrumental y el otro 50% posee partes cantadas en los ocho temas que lo jalonan, una maravillosa recreación de un universo en el cual se ve involucrada la presentación de la portada, el interior del disco y la contraportada con imágenes de figuras humanas en sombras atravesadas por diversas causas, el agua, el fuego, la luz... apasionante.
No desentona en absoluto la voz Martin Fischer llegado a la banda en estas fechas, su garganta poderosa lleva muy arriba la Música que le secunda, como en la canción que da título al álbum, una verdadera exhibición, pero me quedo con las grandes suites instrumentales en las cuales el grupo demuestra estar a un nivel como no hay mucho en este siglo que nos sigue sorprendiendo. Momentos de inspiración bellísima con las guitarras de Florian Füntmann y David Jordan en solos preciosos y sin pausa al tiempo que arrancan astillas de la piel con esos riff de los que sale fuego al espacio; son de ellos y la sección rítmica llevada por Jan Hoffmann al bajo y Janosch Rathmer en la batería con los que se logran esos momentos más oscuros que son un giro dentro de la obra, aunque maravillas como "Ductus" o "Nucleus" son simplemente impagables.
Un recorrido por ese Hard Prog. que tanto nos apasiona, excepcional la composición de los temas y por supuesto su desarrollo con un sonido que no deja nada al azar y cubre todo el espectro que el grupo ofrece.
Una nueva demostración de que no todo está dicho en el mundo de los sonidos, Long Distance Calling y su manera de penetrarte, ¡¡atrévete!!

A:  Nucleus;  Imside The Flood
B:  Ductus;  Tell the end
C:  Welcome change;  Waves
D:  The Man Within;  Breaker






miércoles, 26 de marzo de 2014

Gualberto


Words Of The Lord


Por Eso Quedará Para Siempre... Sólo Música De Calidad


Surcos del Siglo XXI - 205

Cuando uno se quiere mucho tira de Música, porque es la única manera en la que nadie me suele decir nada y a los que lo hacen no les hago ni caso.


Colour Haze (Tempel) 2006


En nuestro deambular por el mundo... de los sonidos y el mundo en el cual nos ha tocado vivir y que gira y gira sin detenerse nos adentramos en la vieja Europa, más concretamente en Alemania desde donde nos llegan los sonidos maravillosos de otra de esas bandas que nos tienen con el deseo en la piel y las ganas de encontrarlos en la mente.
Colour Haze ya se ha deslizado por este espacio en un par de ocasiones y no son muchas teniendo en cuenta lo que suponen para mi persona y sobre todo lo que aportan a estos sonidos del Siglo XXI que no paran de crecer.
"Tempel" es otra demostración del talento y la barbaridad a la hora de crear Música y entenderla como esos clásicos de toda la vida que nos embelesaban, puro Hard de muchos quilates que en los 45'40'' que dura el disco nos abrasan por su calidad y poder. Los integrantes del grupo que en formato de Power Trío se creen pero que muy bien lo que hacen se ponen manos a la obra y nos dejan una andanada de buen Rock con tintes setenteros acoplados al sonido actual, contundente y demoledor.
Guitarras soberbias de la mano de Stefan Koglek, alma y fundador del grupo que se sumerge en un torbellino de riff furiosos y solos abrumadores de los que no puedes escapar, un canto o una oda a las seis cuerdas como origen de todo lo que suponen los temas que se van desgranando, tremendos espectros de incandescentes luces que llenan el cerebro de sonidos mágicos, con las seis cuerdas cortándote el aliento ¡¡impresionante!! Algún que otro momento de calma chica con el "Hammond" que nos lleva más aún a décadas nunca pasadas como en las entregas de "Gold & Silver& y "Mind".
La base rítmica como todo formato de trío que se precie al servicio de la guitarra pero en este caso el bajo de Philipp Rasthofer y la batería de Manfred Merwald se erigen en solistas de los temas eternos que a modo de jams van improvisando demenciales solos de cada uno o ese contundente golpeo a las entrañas que no deja títere con cabeza.
Brutales cuando deben serlo sorprende en ocasiones esa delicada textura de algunos temas que son como un bálsamo para volver a los momentos de empuje sin mesura y Hard en estado puro, desnudo de artificios.
Un disco para saborearse, dejarse hacer y volver a recordar la Música que ha sido, es y será santo y seña de una manera de entender los sonidos única e infinita, sin pausa, sin descanso, sin que el tiempo marque nada que no sea continuar.

A:  Tempel;  Gold & Silver;  Earth;  Ocean
B:  Aquamaria; Fire;  Mind;  Stratofarm