lunes, 31 de marzo de 2014

Discos Melocotón... Para Siempre (Por Agilulfo)


Cuando no tienes nada que perder y la noche deja de ser tu aliada, las sombras no pueden cubrir tus deseos y la mente ha dejado de dictar tus designios es difícil mantener el cuerpo erguido y el alma serena.
Encontré en la Música lo que nunca había tenido, la conciencia de ser alguien dentro de lo que nunca podría conocer y a partir de ese instante mi cansado corazón comenzó a latir de nuevo, lentamente al principio, más fuerte después, al son de lo que me marcaban mis queridas notas para siempre.

Sentado en un taburete de metal, rodeado de la magia de los vinilos colgados de las paredes y pacientes en sus estanterías, con un foco cuyo destello me llenaba esperaba no ser de nuevo el bufón de antaño y expresarle a Vanessa, ese alma delicada y sensible lo que realmente Discos Melocotón y a través de él Pablo y Eduardo me habían dado.
El sueño a través de los sueños, otro paseo por la imaginación cargada de solos de guitarra imposibles agarrado a un viejo palo de madera que me sujeta a la eternidad, las ansias por conocer y ahora la calma por saberme finito en lo infinito de esta maravillosa sensación llamada Música.

La claqueta golpeando el aire delante de mi rostro, la delicada voz de Vanessa comentando la siguiente emoción para que la memoria hiciera el resto, el momento en el cual unos dedos resbalan por la piel para sentirse... ajeno al mundo que no fuera ese espacio de tantos momentos vividos con dos personajes extraídos de las entrañas de lo irreal, porque Eduardo y Pablo son tan auténticos que parecen no ser, no estar, como me decía una querida amiga de Música y sensaciones "a veces creo que te los inventas porque parecen gente tan especial que ya no existen personas así"
Es cierto, me los invento desde las palabras sobre los discos que suenan en mi mente, desde esas interminables charlas descubriendo de nuevo todo lo que hay tras el negro vinilo, desde la sonrisa cómplice por una melodía que llena de pasión la piel.

Sentado en el taburete una melodía bañaba mi mente de sonidos en los instantes en los cuales quienes saben de esto hacían que todo se pusiese a funcionar, mirando a mi Amor que compartía conmigo esos momentos para la emoción y la fibra, escuchando sólo para mí un clásico tras otro intentando que no se me notaran los pies siguiendo el invisible ritmo de mi corazón.

Cuando alguien vuelve a creer porque dejó de hacerlo y sabe que hay algo que consigue que se levante de nuevo no puede sino sentir con un nudo en la garganta todo lo que eso representa y Discos Melocotón, Pablo y Eduardo y su mundo mágico son un taburete donde siempre me sentiré seguro.

Gracias, de nuevo, otra vez...



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