martes, 7 de abril de 2020

De Vinilos y Otras Glorias MMCCLXXII

Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


David Bowie (The Man Who Sold The World) 1971


Cuando un artista es tan polifacético como David Bowie y toca muchos palos del arte, es casi imposible evitar que algunos de esos golpes den en hueso, pero cuando aciertan porque el talento y la capacidad creativa se encuentran en lo más alto, pueden conseguir verdaderas maravillas como la que nos visita.
Es evidente que la mejor y más prolífica época de Bowie como músico, tanto en su aspecto de creador como de showman fueron los primeros años de su trayectoria, entre los que se encuentra esta barbaridad llamada "The Man Who Sold The World", que además del título profético por lo que nos va tocando según avanzan los tiempos, es un disco maravilloso lo mires por donde lo mires, desde el concepto de portada y diseño del álbum, que ya dice mucho de lo que se puede esperar.
A nivel compositivo los temas se sostienen casi solos, con una creatividad que hacen que sea una gozada escucharlos, canciones que pueden salir por cualquier sitio, muchas de ellas con cambios dentro de las mismas que hacen parecer varias partes de un todo. Si ya ponen en bandeja trasladar los temas a lo interpretativo, no supone mucho esfuerzo sabiendo de la banda con la que se rodeaba en estos tiempos, tremendos músicos con un pedigrí en el Rock que les hacía ser bastante deseados por muchos artistas.
La voz de Bowie está en una etapa de iluminado, cantando como quiere, haciendo guiños a las historias que cuenta cantando según el tema como le da la gana, y eso provoca que te metas en ellos sin ningún esfuerzo.
En lo musical se me antoja un poco simple hablar de los músicos diciendo que son buenos, porque todos ellos son más que eso. Mick Ronson, un guitarrista por el que siento debilidad, es capaz de trasladar ese concepto de obra como historia narrada a través de la Música, y su guitarra es un seguro cuando se pone a rasgar el aire con riff diabólicos o solos simplemente mágicos. Tony Visconti aúna a su capacidad como músico (en el disco toca el bajo, el piano y hace coros) esa visión excepcional como productor, y así suena todo como suena. Mick Woodmansley con la batería y Ralph Mace en los teclados se suman a la fiesta en una demostración de perfecta conjunción con el creador de todo el invento.
Un disco tremendo, una maravilla en clave de Rock (y algo más, todo sea dicho) para disfrutar de la Música de calidad y saber por qué ciertas cosas jamás morirán. 

SIDE 1:  The width of a circle;  All the madmen;  Black country rock;  After all
SIDE 2:  Running gun blues;  Saviour machine;  She shook me cold;   The Man Who Sold The World;  The Supermen







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