DAVID BOWIE (THE RISE AND FALL OF ZIGGY STARDUST AND THE SPIDERS FROM MARS) 1972
A pesar de la fecha de su publicación, en la que ya se había hecho casi de todo en la Música, una de las grandes virtudes del álbum y por lo que me apasiona es que sigue manteniendo la idea de que se pueden inventar cosas basándose en ideas excepcionales que se puedan traducir a esa Magia que llamamos Música.
Todo lo que parece
banal, la estética, la supuesta historia, lo que contiene y cómo se entrega, es
lo que le hace maravilloso, una aventura y un viaje a través del Rock con
mayúsculas, porque el disco es una recreación de lo que la mente se permite y
se puede traducir en sonidos (que es el caso que nos ocupa) y en ese viaje cada
instante es una sorpresa tras otra, tan visceral que no tiene nada que ver con
la imaginería que algunos querían marcar como sello de lo que acontecía en la
vida del artista.
Un disco fundamental
para entender una libertad creativa en estado puro y sin sumisiones a nada que
no fuera la Música, al margen de estéticas y fotografías sacadas según qué
ángulo, porque la Música que se escucha, y que es lo que llega a la mente y
atraviesa el alma, es Rock Superlativo, una gema que navega por estilos dentro
del propio Rock, sin desdeñar ninguno de los que toca.
Todo surge de manera
perfecta, todo se desarrolla de manera precisa y bella, y el final es una
conjunción de astros que hacen del disco una descomunal Obra como si te leyeran
un cuento para dejarte descansar con tu imaginación y lo que te ha provocado.
La personalidad
apabullante de un artista convertida en Música y traducida a magia gracias al
propio genio y a un amigo que era mucho más que el apoyo en un estudio de
grabación y en el escenario.
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