PINK FLOYD (WISH
YOU WERE HERE) 1975
Quedará como un tópico, pero me da igual, porque elegir esta maravillosa creación de un grupo como Pink Floyd (que tiene muchas y buenas para aburrir) es una deuda de honor con la delicadeza, la intimidad, lo más profundo de los sentimientos y ese desbordamiento de emociones que la Música, cuando quiere, provoca.
En un alarde de
emociones sin pausa, se gesta esta Obra de Arte llamada “Wish You Were Here”,
que desde la primera nota rezuma ese toque de nostalgia unido a la maravillosa
representación de la pena por la pérdida, el desasosiego por la búsqueda de lo
que se añora, el intimismo de un viaje hacia lo más profundo de las entrañas
que buscan esa luz que parece no llegar nunca.
La perfecta simbiosis
entre la monumental guitarra y los ambientes (mágicos, absorbentes,
embaucadores) de los teclados y efectos manejados de manera magistral, hacen de
la obra un viaje alucinante al fondo de todo lo que cada uno tiene, sea humano,
o lo que aún nos permita serlo.
Cuando uno grita hacia
la nada lo que desea, en clave de una Música que no sabe de estilos, porque
Pink Floyd tiene la desfachatez de crear algo atemporal, fuera de espacio, de
tiempo, de estilos y alardes, aunque sea el Prog. más lujoso y elegante lo que
le da la base, ocurren cosas como esta, un disco que descansa en la
omnipresencia de lo mágico surgido de la Música, y a partir de ahí lo eterno es
algo asumible sin esfuerzo.
Cuando la piel necesita
esa caricia que provoca a todos los sentidos, la Música se convierte en la
quintaesencia de lo bello, y “Wish You Were Here” es belleza en estado puro.
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