domingo, 24 de mayo de 2020

Encrucijadas



Allí vas, hundiéndote en el misterio
aquí me quedo sólo, viendo donde tú estabas.
Me quedaba mirando el techo
hasta que mis oídos se llenaban de lágrimas.
Hay una quietud sagrada alrededor
la muerte no es más extraña
que la vida que he visto.
Aún lloro, aún rogué hacerte volver de nuevo.

Átame en el cruce cuando muera,
cuélgame en el viento, hasta que esté bien seco
y los chicos que pasen puedan rascar sus cabezas
y digan ¿quién es este tipo?
Cuando los ecos de nuestro paso se desvanecen
todo lo que hay que saber es que
te amé a mi manera.

Hubo una vez
en la que todo en mi mente era amor.
Ahora encuentro
que la mayor parte del tiempo
el amor no es suficiente por sí solo.

Hermana de la noche,
cuando el hambre desciende
y tu cuerpo es una hoguera,
un infierno que nunca termina,
una llama eterna
que arde en nombre del deseo.

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