sábado, 2 de mayo de 2020

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El Sol traspasaba la ventana y el movimiento que el aire provocaba en la pequeña cortina conseguía mil formas en las sombras de los objetos. 

Como casi siempre, el despertar había sido demasiado pronto, demasiado rápido y se dirigió a la cocina donde se dispuso a preparar una taza de café. No se explicaba aquella situación, pero había decidido no intentar comprenderla; ni él mismo hubiera imaginado que aquél ser hubiera sido capaz de ir al mismo lugar, en el mismo instante, donde los sueños se convierten en realidad.

Los cuentos de hadas ya no le decían nada y nunca había contado ninguno, pero si colocaba las piezas del puzzle, todo parecía ficción, un sueño de los muchos que había tenido con ella convertido en realidad.

El sonido de las primeras gotas de café cayendo era lo único que se escuchaba, rodeado todo el universo por el “sonido” del silencio. Incluso la Naturaleza parecía no querer despertar ese día. 

Cuando intuyó que el líquido elemento tomaba forma más allá de los granos molidos preparó sus sentidos y aspiró el olor profundo e inconfundible de la transformación de la naturaleza por el hombre y su mente se dejó inundar por el aroma de un elemento que le revivía, le hacía sentir que, un día más, podía disfrutar de estar vivo.

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