sábado, 16 de mayo de 2020

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Existe una leyenda antigua, muy antigua, sobre un jinete que aterrorizaba a lugareños y que tenía la particularidad de no poseer cabeza, porque le fue sesgada por su forma de proceder en la vida. Hay otra versión de la misma leyenda en la cual el jinete llevaba su cabeza bajo el brazo (no sé realmente cuál puede ser más macabra).

Este jinete a pesar de no tener cabeza o de tenerla despegada de su cuerpo, pensaba y mucho, aunque identificara todo en función del mal (tal y como lo entendemos nosotros, supongo, porque para él debía ser de lo más lógico) y era demasiado inteligente como para ser cazado, para poderlo dominar, porque además estaba muerto, y para los vivos es complicado entrar en ese mundo sin jugársela.

Yo sólo conozco gente con cabeza sobre los hombros, sean jinetes o de a pie, y perfectamente unida al tronco por el cuello y todos los atributos que ello supone, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones (y ya me revienta) a pesar de tener su cabeza les falta algo que sí poseía el jinete de la leyenda, les falta pensar, discernir, ir más allá que seguir unas directrices marcadas por todo lo que es la norma cuadriculada de su propia existencia.

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