sábado, 25 de junio de 2011

La Mariposa De Los Sueños


Cuando escuché por primera vez a la Barclay James Harvest (BJH) tenía quince años, y no suponía que pudieran existir sonidos tan evocadores como los que este maravilloso cuarteto me hicieron descubrir en eso que para mí se me antojaba tan lejano como el "Rock Sinfónico".
Yo era muy de guitarras, asesinas o no, de voces espectaculares y ritmos calientes, cuando de pronto me enseñaron que existían esos teclados sin pausa que te hacen el amor envolviéndote en cualquier instante, cuando las melodías parecen subir hasta el infinito y nunca bajan, aprendí que las guitarras pueden ser cálidas emociones que acompasan y no sólo vuelan en solos de minutos eternos, y los ritmos más que calientes a veces desean ser cálidos, llevados de la mano por baterías que suenan como coros celestiales tocando percusiones en el paraíso o bajos que acarician en notas que nada tienen que ver con los recorridos incendiarios que yo suponía. La BJH me enseñó a saborear la Música con esa calma y esa paz que necesitaba tantas veces después de emociones más allá de la realidad, me descubrió un universo de sonidos orquestales que no podían ser ciertos con cuatro músicos en un estudio, y mucho menos en un escenario, porque además les descubrí en directo, suponiendo a esa audiencia entregada soñando, con los ojos cerrados ante las andanadas de sueños que a su vez les enviaban.
Un grupo mágico que me abrió la puerta a otro tipo de magia, dentro de mi amada Música, pero otra puerta, porque también con el tiempo he descubierto que llegar al alma se hace por millones de caminos, y cada uno tiene su llave oculta en el corazón de los sentimientos, con puertas que se abren para inundarte cuando te dejas mecer por ellos, y la BJH tenía la llave de otra puerta que no  sabía que existía, y que me atreví a atravesar, afortunadamente para mi mente, mi corazón, mis entrañas. Su mariposa ha sido como una guía a través de los sueños que tenía cuando esperaba ansioso la siguiente entrega de su magia, y siguen calmando mi sed de Música cuando necesito levitar con los sonidos de mis ilusiones.
John Lees descubrió un buen día que podía hacer soñar dentro de sus sueños, tocaba la guitarra allá arriba, en el infinito, y con ella se propuso componer temas para que la gente abriera sus labios y los mojara tras llenarse con la caricia de sus acordes, sus solos con eco repitiéndose en los corazones y las palabras de sus letras contándoles esas historias que todos queremos oir y que nadie queremos vivir... por si acaso. John Lees era un visionario, le dejaron una guitarra en un estudio de grabación y supo que lo suyo era eso, no como un héroe al uso, no como el virtuoso que se deja la piel en solos eternos, sino como el que compone para que la nada se transforme en sonidos.
Les Holroyd pensaba que el mundo podía verse desde los distantes dibujos de las nubes que recorren los campos eternos, a lomos de esas mariposas que le enseñaron a dibujar canciones con las que jugar con su amigo John, para poder hacer entre ambos obras en las que ver sus nombres y cantar sus historias, a caballo entre ese bajo de cuatro cuerdas y las sinfonías que componía a los teclados, antes de dejarlos dormir cuando subía al escenario, soltando las mariposas que nos hacían saber que algo mágico estaba a punto de suceder. 
Mel Pritchard supo que toda magia debe hacerse llegar, no sólo para caminar por los sueños, sino para poder hacerla de uno cuando te penetra, por eso su magia consiste en los arrebatadores ritmos que provocan que la Música se te meta en las entrañas, con cada golpe de tambor elevado a la categoría de arte, dejando que otros escriban para traducir esas palabras y llevarlas, ritmo a ritmo, por los sueños alados de las mariposas que revolotean juguetonas sobre las cabezas de los platillos, timbales, cajas y bombos que suenan perdidos en la inmensidad de lo eterno.
Woolly Wolstenholme creía en la vida como un enorme sonido creado por el ambiente de lo especial, por eso tomó los teclados y comenzó a jugar con ellos para que todo fuera envuelto con sus mágicos dedos, sus infinitas notas y esa especie de velo que hacía que las composiciones parecieran en realidad sinfonías que sobre un escenario transformaban a los cuatro músicos en una orquesta de cientos de seres que desaparecían por los sueños de los soñadores que se congregaban para dejarse hacer el amor. Fue un marinero que abandonó el barco tras once piezas de museo, pero que grabó su forma de hacer el sonido BJH a sangre y fuego.
Fue una década de sonidos maravillosos, once obras magnas para la eternidad, pero cuando uno abandonó la nave no se hundieron en sus recuerdos, siguieron haciendo suyo el sueño de la mariposa que les identifica, y consiguieron, otra década después como tres genios, derribar un muro de vergüenza y demostrar que la Música traspasa todo lo que el hombre con su estupidez intenta convertir en basura. Primeros en llegar más allá, yo los sigo amando cuando sus vinilos resbalan por mis dedos y vuelvo a vivir sus emociones, ya sea como Rock Sinfónico, como Progresivo dulce y melodioso, como... ¡¡qué más me da!! es Música, mi Música, la mariposa más maravillosa de la historia, es, nada más y nada menos, la Barclay James Harvest, otra forma de amar lo que me ama.




2 comentarios:

  1. En septiembre del 2008 (creo que en esa época ya tenía los 15 más que cumplidos) la Barclay entró a formar parte de mi pequeña colección de cds. LLegó pegando fuerte y reconozco que me dejó KO. Menuda experiencia. Escuchad maravillas como "Hymn" "Child of the Universe" "Love was like a violine" o "Sea of Tranquility", por nombrar algunas, y ya me contareis cómo se os queda el cuerpo.

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  2. Barclay James Harvest ha llegado a mí junto con mucha otra música maravillosa ya pasados los 15, y los 30, incluso los 45. Pero como se dice por ahí: "nunca es tarde si la dicha es buena". Y desde luego que ha sido una dicha.
    Esta misma mañana he oído entero "Berlin" mientras trabajaba y os puedo asegurar que se trabaja de manera distinta cuando se tiene una música así de fondo.
    Por suerte para mi, tengo muchos más discos suyos, así que podré disfrutar mucho, mucho.
    Ciao.

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