domingo, 12 de junio de 2011

Higiene Mental, Ensayo De Una Utopía 3


Otro desasosiego que apareció en el programa-consultorio-confesional de nuestra querida Madame Tramontana, en esta ocasión una respuesta entre lo abrupto y lo irónico, pero es lo que tiene el poder de las palabras, que te pillan por el ego.

No soy de los que contestan a las provocaciones, ni tan siquiera pienso aquello de “Manos blancas no ofenden”, más que nada porque desde luego que si quieren sí que ofenden, así es que lo mejor que hago es cerrar los pabellones auditivos y que chillen, pero todo tiene su límite, y ¡¡¡rejoder!!! es que lo tuyo se ha pasado del límite cuatro pueblos.
Como decía aquél chascarrillo tan mono que aprendimos los amigos de jovencitos y os gustaba tanto a vosotras de jovencitas, “si a una tía ves joder, que no te mire de reojo, que lo mismo está fingiendo” y lo que tú haces es mirar de reojo pero que muy bien, así es que ya me dirás qué significa la barbaridad de declaración pseudo amorosa intelectual que te has marcado en el programa al que escribo (como respuesta en otro formato porque ya lo que me faltaba era llamar para liarla, o liarme)
Pero chica ¡Que tú sigues mirando de reojo cuando estás en plena faena! que te cuesta mantener la concentración más que nada porque lo haces por instinto, lo tuyo es costumbre (buena en este caso, válgame el cielo de pensar otra cosa) pero costumbre, que si pasa Pepe cerca cuando estás ñaca-ñaca cuchi-cuchi allá que se te va el reojillo y pasas de mí, que si es Pepi, lo mismo, que si Juan, que si Juani… que no, que no se lo cree nadie.
Lo gordo es que cuando me enteré de tu show radiofónico y lo pedí para escucharlo parecías hasta que te gustabas, ¡hala! sin paracaídas, allá que voy, ahora me marco un “Dresín, cásate conmigo que el último polvo selló nuestro amor” y me quedo tan ancha; sí, sí, lo de sellar es cierto porque llevo marcas por todo el cuerpo, incluido por ahí, el otro cuerpo, pero el último fue el primero de los tres mil reojos siguientes, que te veo el plumero, resalá, si eres como eres y no vas a cambiar, por eso me gustas, mejor dicho, nos gustas, porque tienes tu público, ¡ya digo! todos y todas los que hemos visto esos hoyuelos maliciosos antes del guiño de rigor, y luego… cambio de montura y aquí no pasa nada.
Pues estaría sembrado, me caso contigo, nos juramos amor eterno y te tengo que poner un parche pirata en la ceremonia para que no muevas el ojo cual alas de colibrí, y a partir de ahí ya me dirás, yo que no creo en los grilletes ni esclavos varios (salvo en ese juego que ya sabes) ¡figúrate!
Y que conste en este escrito que me está saliendo con la Música de fondo (es el “Hot Cha”, ese que seguías a ritmo con los ojos cerrados, al menos con Roy Buchanan sí te concentrabas) una cerveza cuando dejo las teclas y la guasa que puedo para no cabrearme según me lo tome no es ningún reproche, me parece muy bien que seas como eres, gracias a eso lo hemos pasado de miedo, pero chiquilla, usarme como excusa para salir en las ondas no me parece lo mejor para que te vuelva a cantar esa que te gusta tanto y que te hace la reina del rodeo (qué manera de cabalgar, por Dios) así es que aprovecho estas líneas para mandarte a paseo, desearte nada y que sigas guiñando el ojo a quién te dé la gana, que yo ya te lo tengo muy visto (el ojo, el ojo de la cara)
Al programa gracias por leerme, y la próxima vez la invitáis, ya veréis como no es un tic, lo hace y se lo hace.

“Guiño y siguiente”, respuesta de D.R. al último golpe de ojo de una amiga que se lo quería quedar entero.

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