viernes, 10 de junio de 2011

Higiene Mental, Ensayo De Una Utopía 2


De nuevo con vosotros para transcribir algún bufido salido de la cabeza de protagonistas anónimos sorprendidos con la llamada a compartir los deseos de alguien con quien no… se ven.

Querido “Luzqueagoniza” (y que conste que te respeto el seudónimo, o mejor esta abominación, porque de no ser así tus íntimos te abandonarían en un decir J… ni terminarían el nombre) no te niego que cuando me hiciste la propuesta de perdernos por esos mares (siete según tú, ocho según Google porque han dividido el más occidental para que sea un poco meridional) en un crucero continuo de más de seis meses me sentí halagada, primero por el desvarío que suponía, después porque iba de gorra y me entusiasmaba la idea, y más tarde porque aunque tuviera que soportar algún que otro roce pues creo que merecía la pena el evento, ya sacudiría tus pelos (porque sigues igual de peludo, so oso, que eres un oso siempre en fase de “muda capilar”) con algún fornido marino del cuarto o quinto mar; en ese instante sí me sentí orgullosa, pero cuando Gorka me dijo que te había oído en el programa de “Madame Tramontana” solicitando ayuda para que tus deseos se cumplieran declarando tu inmortal amor por mí, el detalle se convirtió en pastel de queso pasado de fecha y tu cara en mi más preciado trofeo para colgarla de la pared.
Que eres un berzotas lo sabemos todos, especialmente lo sabemos todas, porque lo de la idea de invitarnos a cenar para después pedirnos que te plancháramos la ropa interior, una a una cada semana durante dos meses hasta que agotaste el cupo dejó huella en el subconsciente femenino del grupo, pero que además seas un majadero que pierda de vista con quien trata es que me crispa los nervios, y ya sabes que cuando me crispo no veo ná delante mía, pero ná de ná.
¿Que estás enamorado de mí? ¿Que no puedes estar sin mi presencia? ¿Que no vives ni comes ni bebes por mis recuerdos? pues muérete, capullo, pero a mí déjame en paz. Menos mal que te ha dado por soltarlo antes del viaje, porque hubiera sido de traca seis meses o más (o lo que hubiera aguantado antes de partirte el careto) con esa cantinela, ¡pero qué majadero!
Sé que andas cortito de entendederas, y lo mismo estás preparando la maleta para salir hacia el primer mar de los ocho del crucero, pero como ya te dije por teléfono (antes de que te pusieras a llorar y canturrear ese tema de Triana) o te buscas otra para la ropa interior o te veo en camarote de lujo vendiendo cama por metro cuadrado, así es que sirva esta carta para que los oyentes del programa sepan por qué no haciendo ascos en mi vida a una invitación, ésta me la paso por el arco de triunfo, que desde que me enteré de tu llamada lacrimógena a “Madame Tramontana” lo tengo más dilatado a ver si engullo algo que no tenga que ver contigo, ni con tu sombra, ni con esa chispa tan agria que corta hasta la leche.
Lo dicho, majadero, espero que en la próxima reunión de “boys scouts” te den un premio, porque debe ser lo que te queda, pero conmigo el crucero va a ser a la desembocadura del Guadiana, a ver si en una de esas de las que desaparece te pierdes con él.
Podría escribir lo que he hecho con el billete de avión y los folletos a todo color de los distintos mares, barcos y hoteles, pero lo mismo hay críos como tú escuchando la lectura de estas líneas y no quiero pasarme.
¿Te acuerdas de los besos, abrazos y achuchones cuando me invitaste? en el culo, dátelos en el culo, a ver si tienes la misma habilidad que para hacer el imbécil.
Hasta siempre…

“Siete mares y un besugo”, respuesta de E.G. a la invitación a un crucero y posterior declaración de… eso, de un ex amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario