“…aquella
tarde, el paseo fue tan corto como de costumbre. Las nubes, inocentemente
blancas, se habían imbuido de un pardo amenazador.
Los
brazos de los árboles más altos habían caído maniatados en una sombra sepia
inexpresiva tan triste como la pobreza. Los pájaros habían dejado de cantar y
buscaban en pos del viento un refugio seguro ante el avance de la nada.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario