domingo, 8 de marzo de 2020

Orígenes IV



IV

El Rock seguía acompañándome, fiel escudero de mis sueños y mis deseos, siguiendo con Rory, ya adentrado en su Música y su esencia, y entró en mi vida un músico maravilloso, Bob Seger, que ya me había excitado con su primer doble en directo allá por el número 48 de mis viejos vinilos dejándome seducir por esa "Voz de Lija" que es capaz de hacerte el amor en una balada que te destroza el alma o derretirte con un trallazo de puro Rock directo al entrecejo.

La televisión, esa enemiga (en demasiadas ocasiones) de la Música de calidad, me permitió, en uno de esos programas que eran un oasis en el océano, "Pop Grama", conocer a un rockero impenitente que me devoró desde el escenario, Bruce Springsteen y la banda que hizo realidad su Música.

Ya no tenía freno, estaba lanzado al corazón de la Música, con el Rock como guía y los demás estilos que se iban sumando a mis conocimientos agrandando todo lo que mis ansias de saber buscaban; el Rock clásico era la Música de mis celebraciones, pero el Hard se convirtió en la que nos hacía volar sin ningún tipo de aparato, a cielo abierto y sin conocer el límite donde acabar. Deep Purple nos obligó a "destrozar" el "Made In Japan" entre charlas y guitarras de madera, Ritchie seguía inundando mis sueños con su manera de tocar sin mesura, y junto a mis amigos, buscando el paso de la adolescencia hacia una juventud que se nos hacía por igual intrigante y esperanzadora, la Música de los clásicos nombres que eran ya parte de la historia y que comenzando los 80 nos dejaban creer.

Nunca he podido prestar demasiado tiempo a la Música Clásica, pero mis escarceos más serios con ella son de esta época, entrando en mi vida el divino Beethoven, con sus sinfonías, sus conciertos para piano, su manera de concebir el universo sintiendo en su mente, su corazón y su alma la Música que no podía escuchar, junto a Bach, Mozart... genios de otra dimensión, de otra época, de la que vivieron y en la que dejaron su legado.

Seguían apareciendo extraños artefactos que llegaban a mis manos cuando me dejaba aconsejar por aquellos que seguían viendo (benditos ellos) al aprendiz ávido de saber y conocer, discos que con el tiempo se han convertido en joyas que perduran en mi mente, y así me atreví con King Crimson, una maravillosa locura trascendental, el Krautrock a través de Tangerine Dream, sueños de madrugada con un grupo que me hacía mecerme en lo irreal, y llegó como un fantasma el "Yessongs", ese triple sin mesura para los que creemos que cualquier cosa se puede conseguir.

En esta época me lancé al vacío y coleccioné a "Cream", y aprecié lo que era dejarte embaucar por algo que no es de este mundo. Conocí a unos locos maravillosos llamados Manfred Mann's Earth Band y aprendí que el tiempo estaba de mi parte, que lo que no entendía pero que sabía que era Música de calidad acabaría llegándome, pero lo realmente grandioso de esta época fue comprobar cómo iba abriendo mi mente y mi alma cada vez más.

De ser una línea plana, mis necesidades musicales fueron convirtiéndose en ondas que iban vibrando por estilos cada vez más amplios, y eso me llenaba.

Un disco llegó a mi colección, el primero que me regaló un ser especial, no tuve otro hasta años después, y con este me sentí dichoso; fue mi encuentro con Bruce Cockburn y el resto es historia de mi vida.

Hoy sigo aprendiendo, y es algo que no quiero dejar de hacer, porque es lo que me mantiene vivo.


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