sábado, 14 de marzo de 2020

Orígenes VI



Siguiendo con esa apertura mental que me exigía a mí mismo y que me provocaban quienes me ayudaban a saber, fui incluyendo en la colección genios que antaño no me decían nada pero que ahora me enamoraban, y por fin, en el número 300, regalo de Goyo, me atravesó el alma un grupo que me ha marcado a fuego, Wishbone Ash, y este sí que fue uno de los puntos de inflexión más importante en mi manera de entender la Música y amar los sonidos.

Wishbone Ash entró en mi vida a empujones, empeñado Goyo en que debería gustarme sabiendo lo que escuchaba y yo en no entenderlos, hasta que de pronto, porque sí, el tema "Sometime World" me dejó petrificado en el sillón del estudio, y a partir de ahí, sin saber por qué, el resto es historia.

En estos espacios de tiempo apareció y se quedó para siempre en mi vida un grupo que me enseñó mucho y bien sobre mis preferencias roqueras, Thin Lizzy, irlandeses hasta la médula (qué tendrán en ese terruño para convertir en gloria lo que me hace vibrar) conmigo desde el número 25 pero apareciendo y desapareciendo como el Guadiana, hasta que una amiga viajó a Londres y me consiguió lo básico de sus comienzos, con los que pasé tardes inolvidables de amigos, cervezas y primeros escarceos amorosos.


Thin Lizzy se convirtió en la segunda colaboración para Goyo en "Radio Libélula", dentro del espacio "Cuando sólo se oye Música", porque al igual que pasaba con Rory Gallagher, sabía de mi amor por ellos. No puedo explicarlo, salvo que son adorables, maravillosamente rockeros, geniales y de Dublín.

Rizando el rizo, también desde Londres, llegó Budgie, uno de esos extraños casos de los que me siento orgulloso por saber apreciarlos, por tenerlos y por lo que me costó conseguirlos dada la ausencia de noticias de estos maravillosos "pajaritos". El Rock Duro, el Hard, seguían incrementando mi colección, así como el Rock Sureño, y de pronto, de cabeza y dándome un atracón con ellos, aparecieron Barclay James Harvest, el grupo que comenzó a inspirarme de otra manera, consiguiendo que el Rock Sinfónico y otras variantes del mismo se asentaran de manera definitiva en mi mente.

En esa época si quería soñar, volar y sentirme especial, escuchaba a la BJH y a viajar, y aún hoy, que tienen el lugar que tienen pero compartido con muchas más cosas del estilo, si pongo algo de ellos me sugieren demasiadas cosas. Fue otro momento crucial, y otra puerta abierta al infinito.

Los grandes de la Costa Este americana hicieron su aparición, en aquellos tiempos auténticos himnos que sonaban como si nos fuera la vida en ello, mientras que me acercaba a la Música tradicional americana y descubría la pureza guitarrera de ZZ Top, así como el Rock de la calle que a través de artistas inolvidables me hacían sentir parte del asfalto cuando las historias de perdedores y emocionantes cabalgadas por las inacabables rutas de los USA llegaban a mis oídos.

Seguía descubriendo cosas que al final han sido pasiones y emociones mentales décadas después, especialmente gracias a algún friki eterno que en sus viajes por Europa y Londres traía cosas que ahora, en el siglo XXI, pude volver a descubrir y sentirlas con la emoción de la primera vez.


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