sábado, 14 de marzo de 2020

Orígenes VII



Seguía descubriendo cosas sin darme cuenta (no podía saberlo) que me encaminaba hacia el período más oscuro de mi vida, y en medio del descenso a los infiernos, entró en mi vida un personaje que volvió a cambiarlo todo, y allá por el disco 519 conocí los acordes de un genio, que se convertiría en el músico que me guiaría durante la negra noche, Van Morrison.

En una de las noches en las que me perdía entre demasiadas cosas (y ninguna buena salvo la Música) escuchando "Radio Libélula" me lo presenté a mí mismo en el especial que Goyo le dedicó. Nunca lo escuché en "Estudios MAG" porque Goyo me dijo muy en serio que pensaba que jamás me gustaría. La Música era lo único auténtico de mi vida, la única cosa que no era negrura ni miseria, y Van Morrison fue capaz, en esos momentos, de hacer que esa pequeña luz brillara un poco más.

Alejado de la realidad, sin posibilidad de conseguir Música y con la colección parada salvo por los regalos de amigos, las noches de la radio eran lo único que me quedaba. Me agarré a lo que pude, sobre todo a los mitos de los setenta, y con algunas cosas que ni entendía ni hacía por entender, llegaron nuevos sonidos, en mi caso de la mano de U2 y su manera algo distinta de entender el Rock. Seguidores de algo que debió marcar el universo de la Música y que se llamó Joy Division (lo más increíble dentro de una época que no sabía hacia donde iba) y queriendo comerse el mundo, sus dos primeros discos son algo que me ayudaron a querer entender otra cosa, aunque seguía aferrado a lo que me había dado lo que era cuando estaba vivo, y me costaba mucho salir de ahí.

Fueron años de frustración y perdida de tiempo, y me costaba asimilar algo que no fuera lo que tenía, pero afortunadamente, como casi todo en esta vida, poco a poco fue pasando, y me sentía cada vez más fuerte tras años de basura e infierno.

Era un animal herido, pero a estas alturas ya no estaba moribundo; mis viejos discos no crecían, pero seguían los que estaban, nada ni nadie, ni yo mismo, habían podido arrebatarme eso. Me di cuenta que todo lo que había absorbido en años de amor y pasión por la Música era más, muchísimo más de lo que la mayoría de los mortales podían ofrecerme, y volví cada noche a "Estudios MAG" a seguir aprendiendo, sin la frescura de antaño, pero con las misma ganas. 

Mientras intentaba llegar a algún sitio, se presentó Joe Cocker, seguí descubriendo el Rock de la calle, y con él a un tipo hortera y feo que vi en un programa de TV, Elliott Murphy, me enamoré de un grupo que hizo demasiado y de un guitarrista mágico, Fleetwood Mac y Peter Green.





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