miércoles, 6 de julio de 2011

Cuando Una Es NInguna


Me siento invisible, lo sé, soy consciente de ello, y quizás no esté mal para poder deslizarme entre los sueños de algunos y arrancarles de su monotonía, pero ya no me cansa nada que no me vean. No me asusta ser alguien que no está, cuando era niña hacía demasiado ruido y no gustaba, de adolescente el ruido me lo hacían las hormonas y tampoco gustaba, (salvo a ellos, que les entusiasmaba, y a mi amiga Vicky, que ya lo parecía y al final lo ha tenido más fácil buscándose la vida vagina con vagina) ya de joven veinteañera comencé a no estar, porque estaba claro que cada vez que estaba se liaba, era muy mía, y así me iba. 
El caso es que ahora no estoy, pero no por exigencias del guión, ni siquiera por llevar la contraria, eso hace mucho que pasa y da igual, soy invisible porque la podredumbre humana se ha extendido demasiado, nos cubre la mediocridad y los mediocres dominan la Tierra, y en ese orden de cosas no se puede ver a alguien que aún busca disfrutar con una sonrisa, un taco lanzado en el momento oportuno, la inspiración cuando se grita por la emoción de la belleza, el piropo en el instante adecuado...
No se me ve, ni creo que ya se me vuelva a ver, porque la visibilidad cuesta un huevo, y yo no los tengo, en mi estado etéreo me resulta difícil volver a sentirlos, que me sientan, mi voz es como un eco que aparece detrás de los muros, mis comentarios desechos de cómics baratos, los deseos de felicidad una utopía que no puede hacerse real, por eso me traspasan cuando corren por sus avenidas, llenos de lo que se les da para alimentarse, inmundicias y basura, ajenos a lo que nos ofrece el intelecto, autómatas emocionales sin lugar adonde ir.
No echo de menos ser como ellos, seguramente porque nunca he sido así, ya me costaba por ser hembra, mujer, luchar porque me escucharan sin mirarme las tetas o el contorno de mis caderas, como para preocuparme ahora, si hasta entre mis iguales (vaginalmente me refiero) soy considerada un peligro, la que ahullenta el poder de las mujeres para que nos rindan pleitesía por tener ovarios y un buen culo, ¡¡¡figúrate!!! no me puede faltar algo por lo que nunca he corrido.
Bueno, ahora podré disfrutar de esos manjares que mi intelecto me proporciona, ya no tengo límites para hacer y que se me mire mal, ya no estoy, ni soy, ni tan siquiera cuento, así es que, a partir de ahora, puedo ser una persona, un ser humano, alguien (o algo como me consideran ellos) que pueda sentir, sentirse, deslizarme por el universo sin tener que arrepentirme por tratar, una y otra vez, con los animalitos de granja creados a lo largo de los siglos.
Una vez más, querida, has vuelto a hacerlo, y sin estar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario