sábado, 26 de noviembre de 2011

El Guateque (The Party)


Siempre he considerado un genio a Peter Sellers, desde que siendo un crío me enamoró y me llevó a la locura por las risas sin control con su personaje del inspector Clouseau en la "Pantera Rosa", pero nunca me ha hecho reír y sentir la suave caricia de la comedia como en esta película de otro genio de la misma, Blake Edwards, encarnando al torpe indio que monta un auténtico caos en un guateque privado en casa de uno de los magnates de Hollywood, que por cierto sirve como una crítica feroz y salvaje de esos personajillos.
La película es antológica, perfecta, una comedia de nivel excelso, y además del maravilloso guión que da pie a muchas situaciones realmente tremendas, la interpretación de Peter Sellers es algo fuera de lo normal, dotando a todas las escenas, que de por sí pueden parecer absurdas, de un sentido de la realidad dentro de ese absurdo realmente maravilloso logrando que te metas en ellas y seas parte de ese desmadre que parece va a traspasar la pantalla para caerte encima.

Como el genio que es, y dada su vocación durante toda su carrera para crear situaciones de la nada, la interpretación de Sellers consigue que la improvisación con la que están hechas muchas de las escenas, en las que inventa gags, palabras, movimientos, terminen siendo parte fundamental de la película y momentos míticos recordados dentro de la historia del cine.
Me apasiona como el personaje menos importante dentro de lo que representa la historia, un pobre actor indio que quiere ser alguien en la meca del cine entre super estrellas de la pantallas ya consagradas, directores, productores... triunfa por su candidez, su honestidad y su simpleza, a base de ser tal cual es, dotado, eso sí, de un sentimiento de "poder con todo lo que le echen" que abruma, al que la interpretación eleva por encima de todo lo demás, haciéndolo el centro absoluto de la historia.

Junto al personaje de Sellers, que como digo es el centro de todo y todo se lo come, hay secundarios que marcan algunas escenas a fuego, o que a lo largo de la película se van haciendo imprescindibles para saber qué va a pasar, y eso me encanta, porque vas esperando la escena en las que puedan salir, y algunos no defraudan, como el camarero que va poniéndose púa tomando las copas que el indio no quiere, y que provoca parte de otro caos, con algunas escenas memorables como la del cruce de la piscina o la discusión con el maître (que a su vez nos va descubriendo facetas extravagantes ajenas a u profesión)... ¡¡tremendo!!
El productor que por equivocación ha invitado a su fiesta al actor indio y que con un humor negro y una ironía aplastante va viendo como su casa es presa del caos y de los desmanes pero no se inmuta, va diciendo frases maravillosas dentro de esa ironía de quien no puede parar la evidencia pero decide vivir dentro de ella. La cara no cambia, a pesar de todo, con su enorme puro en la boca, y esa culminación de "Salvad los cuadros..." cuando a su mujer le ha dado un ataque de nervios y hay que atenderla ¡¡¡Genial!!!
Evidentemente, siendo como soy, en una película así me sobra el personaje de la chica, insulso y sin sustancia, una cosa que no va con el resto, pero bueno, parece que la chica se lo pasó bien y eso es lo importante.

Que una película como esta me haga retener escenas para poder esbozar una sonrisa en cualquier momento, me parece un lujo, y cada vez que la visualizo con esas nuevas técnicas de ahora, busco los momentos que me hacen sentir bien, porque me parecen un auténtico lujazo, y aún soy capaz de doblarme en el sillón por la carcajada que no cesa, a pesar de sabérmela de memoria.
El comienzo es para enmarcar, cuando nadie sabe que es un rodaje y de pronto sale una escena de la época colonial inglesa en la india, a tiro limpio y con el indio que no muere aunque le dispare todo dios, seguido del desastre de la voladura de un fuerte... ¡¡algo brutal!!
Otras escenas para el recuerdo dan idea de ese talento infinito de Sellers y el toque de clase de Edwards en la dirección, los sonidos onomatopéyicos en un aparato que controla todos los modernos inventos de la casa, la que lía por tocar los botones, la persecución de su zapato lleno de barro por la piscina. La cena es de traca, el pollo en la peluca con el camarero ya borracho perdido tremenda, pero cuando se está orinando es algo sublime, los gestos, las caras, los movimientos, realmente te contagia esas ganas de ir al baño y descansas cuando él lo hace. La borrachera que se coge y cómo actúa alguien que nunca ha bebido...
Por supuesto la locura final con la espuma que llena toda la casa es de director, pero no sabes qué va a pasar con cada personaje, algo que llega mucho.

Para mí, "El Guateque" es una obra de arte, no sé si se propusieron que fuese así, pero les salió, y el talento de un actor único, genial y mítico hizo mucho, creando y haciendo barbaridades como sólo él sabía hacer. Creo que desde los grandes genios del cine mudo y éstos mismos posteriormente en el cine sonoro, no ha habido un actor tan genial e innovador como él, y aunque la película parece un mero trámite, consigue que sea una aventura donde descansar tu mente por lo que te entrega, y eso es algo maravilloso.

3 comentarios:

  1. Me alegro de que te guste, y sobre todo que traiga buenas cosas a la memoria, que para eso es. Disfruta de tus sueños. Besos,

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  2. Ni aún a propósito conseguirías meterte en situaciones tan embarazosas como en las que se ve envuelto este peculiar personaje.
    Sin duda es una de las grandes películas que hay que ver al menos una vez. Es genial.
    Y para mi gusto el mejor papel secundario se lo lleva de calle "el camarero" (es buenísimo).
    Aplaudo la recomendación.
    Besos de película. Mua

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  3. Riamos, Querida Nua, Va siendo lo que nos queda, pero aún es mucho. Besos y gracias por venir

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