viernes, 18 de noviembre de 2011

De Vinilos y Otras Glorias CCLXXVI

Un tipo peculiar, rockero impenitente y poco después payaso sin remedio. Creó una forma visual de entender el Rock, y en directo era eso, además de una Música brutal.


Alice Cooper (The Alice Cooper Show) 1977


Demasiadas andanadas de Música vertidas desde finales de los sesenta para este viejo rockero que llevó su forma de entender la Música más allá de la propia Música, copiado mil veces por otros que hicieron del escenario su forma de entender el Rock, demasiado excesivo cuando su talento dio lo que pudo, pero un fijo en mis audiciones de buena Música cuando era lo que fue, un grande.
El show de Alice Cooper era musical y visual, teatral y emocional, su Música se veía, gracias a los increíble músicos que llevaba y a la forma de entender lo que daba, un teatro en directo, obras que a pesar de ser temas independientes por sí mismos él los unía para recrear una historia en directo que llevaba todo el concierto en una dirección.
Con su eterno maquillaje y su desgarbada figura, tras casi diez años de discos brutales y poderosos, este trabajo llega en un momento para mí un poco tardío, pero aún en plena forma, cuando los excesos (que ya los tenía) no habían hecho mella en su voz y sus sentidos, y acompañado de unos músicos que por sí mismos eran estrellas del rock, y eso se notaba.
Alice Cooper como el frontman típico, vocalista, showman, líder y maestro de ceremonias, la voz aguardentosa, el descaro y la osadía, todo en uno, los disfraces y el artista en escena. ¡¡Chicos y chicas, agárrense que llega la banda!! Dick Wagner y Steve Hunter a las guitarras, dos monstruos sagrados de las seis cuerdas, parte integral de lo mejor del rock de los setenta, riff, solos, dobles punteos, daba igual, lo que querían pasado por el filtro de la clase y la calidad. Prakash John al bajo y voz, otro monstruo sagrado buscado por los mejores para lo mejor, integrante de este combo que era canela fina. Pentti Glan en la batería, otro mito de esa banda que hizo más grandes a grandes, y Fred Mandel a los teclados, el ambiente justo a lo que daban esos animales de Rock'N'Roll, toda una barbaridad.
Por supuesto que los 39'38'' del disco se me quedan cortos, incluso ridículos, cuando los shows de Cooper duraban dos horas y todo era una continuidad, un todo, pero es lo que hay, ahora, eso sí, lo que hay es dinamita, una manera de entender el Rock de manera distinta, un músico excepcional y una banda genial, transmitiendo toda la parte emocional del Rock más allá del propio escenario, porque eran capaces de eso, de llevarlo fuera, como una historia que te envolvía y te llevaba de viaje por los sueños, con una puesta en escena magistral y una manera única de hacerlo real.
Once canciones que diseccionan la historia en discos de Cooper, pero es que este tipo tenía tanto que los clásicos se quedan cortos, a pesar de trallazos como "Eighteen", "Under My Wheels", "Billion Dollar Babies", School's Out"... 
"The Alice Cooper Show" es un trallazo a las entrañas de buen Rock'N'Roll, una manera de ver la Música, un disco para escuchar y saborear a uno de esos tipos que sabía lo que hacer encima de un escenario, y de verdad que no todos lo hacían, y escuchar una banda como pocas veces ha habido en el Rock.

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