martes, 8 de noviembre de 2011

Algo Distinto, Quizás...



Aproveché el momento para desaparecer entre las sombras, mi nombre fue borrado por el frío viento del norte y nadie echó en falta la palabra que antaño les hacía vibrar, el susurro que resbalaba a través del auricular hacia sus entrañas, el rostro de aquél al que llamaron vida.
Es curioso cómo se pierden los símbolos, cómo se difuminan los nombres entre las hojas caducas de los árboles en otoño, sin embargo yo llevo el recuerdo de aquellos años, ya sin caras conocidas ni sonrisas sinceras, pero llega a mi memoria cada golpe recibido, cada paso dado hacia delante, cada melodía buscada en la soledad de una habitación que se había convertido en el universo de un soñador sin lugar a donde ir.
Las guitarras ya no rasgan el silencio de la noche, los coros no alimentan los sueños, las luces del escenario permanecen apagadas, todo es, al fin el blanco y negro del pasado, la memoria, lo que nunca volvemos a ser.

Sentado en la vieja butaca de madera, viendo pasar los días cuando no quedan fuerzas para levantarse de nuevo, los recuerdos se agolpan en la memoria como un torbellino de imágenes sin control buscando establecer las prioridades en un deseo que nunca será de nuevo.
El crujido de la madera y el chirriar de los viejos engranajes perfilan un paisaje de lluvia pertinaz que cubre el horizonte, con las hojas de los árboles meciéndose en el viento mientras caen al suelo como en cámara lenta, formando poco a poco ese lecho amarillento que indica la llegada del dios invierno, tiempo de temblores, tiempo de gélidas sensaciones que hielan las entrañas, momentos en los que uno se abraza a sí mismo al no encontrar el calor del cuerpo que te salve de la miseria, de la podredumbre, de la muerte de un mundo que jamás volverá.
Hay algo extraño en los ojos, las nubes envueltas en el silbido del viento cubren el cielo, la lluvia empapa el rostro que espera, las lágrimas se confunden con los caprichos de la Madre Naturaleza, el final es el principio de todo, a fin de cuentas nada queda para echarlo de menos.

Ahora no contagio mi forma de vivir las emociones, ya no llega mi manera de apasionarme, de sacarlo todo en cada momento, mi forma de ser se haya olvidada, como un recuerdo en la madera de cualquier barra de un bar de carretera, mis ideas se consideran mezquinas, ya no se ven como el infinito al que dirigirse sin llegar nunca al final del camino.
Mi mente está cansada, en ocasiones el hastío me abraza y no me quedan ni tan siquiera las notas que laceraban mis oídos y me hacían sentir vivo. El silencio ha ocupado el espacio, no espero el ritmo que golpea el corazón para llevarlo hacia las estrellas, ahora el chasquido de mis dedos es lo único que tengo, y me duelen las manos por recoger lo que nunca desee que cayera.
El frío llegado del norte me reclama, quizás los viejos héroes de leyendas me esperen en la antesala del infierno, beberé el néctar de vida más allá de la muerte, donde nada se escucha, nada suena, nada susurra, nada desvela.



8 comentarios:

  1. Carissimo Amico con un abrazo fuerte de my te llegera mucho calor asi tu nombre no viene borrato por el frio... eres una persona muy dulce...
    Te deseo todo il mejor del mundo...
    Un abrazo fuerte de calor con cariño...

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  2. Grazie Mille, Carissima. Le tue parole sono il calore delle notte in solitudine. Baci

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  3. Un relato con reflejos fríos aunque con palabras que parten de un sentimiento profundo, cálido, guardado, arropado, que se resiste a caer en el desaliento.
    Precioso como siempre, Agilulfo.
    Besos.

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  4. Cuando algo se graba a cincel en la roca, el pasar del tiempo no lo puede borrar.
    Aunque pueda parecer que nadie se acuerda de esa roca, lo cierto es que ahí está.
    Una vez te dije, allá por el mes de abril, que habías enraizado muy hondo en las personas, y eso, igual que una grabación a cincel, no se borra ni muere fácilmente.
    Sal a la noche y respira el aire limpio. Luego escucha atentamente y oirás cómo alguien pronuncia tu nombre, quizás muy lejos, pero seguro que te llega el eco de esa voz amiga.
    Un beso enorme.
    Ti voglio bene.

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  5. Jane, agradezco tus palabras y tus emociones. La soledad es buena amiga para soñar, pero no para sentir. Besos,

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  6. Ti Voglio Bene, Carissima Clara, ¡¡qué más decir...!!! Besos

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  7. Los recuerdos, la soledad, parcos y desabridos tesoros que nos quedan despues de pasar el tiempo y perder la ilusion. Algunos nos acostumbramos incluso a eso, y no por resignacion, al contrario, el amor, la camaraderia, la amabilidad, el respeto... son pautas vitales que brillan por su ausencia en estos extraños tiempos. A veces, al mirar las sombras y saber que no hay nadie, ya no da tanto miedo. Esperar lo mejor de los demas es una empresa ardua y fatigosa que no obtiene los frutos deseados o imaginados, y, llegados a ese punto, la soledad adquiere otras connotaciones
    menos amargas y mas proximas a la paz y a la libertad. Buen texto.Un abrazo.

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  8. El texto será bueno, tus comentarios, Lázaro, simplemente maravillosos; gracias por dejarte caer en este espacio, y que dure... Un Abrazo,

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