... en desuso, me dijo un viejo Amigo. No es que fuésemos viejos porque fuese un "Viejo Amigo", lo decía porque su mujer, que le había abandonado hacía cinco meses se follaba al hijo de su vecina, amiga de toda la vida y confidente de polvos a escondidas, y claro, él pensaba que después de aquello nuestras próstatas no daban para más y las de los chavales veinte o veinticinco años menores pues sí.
-No creas, le dije, ellos tienen los mismos problemas, ten en cuenta que ahora se lleva follarse a maduras, y entrar en esos labios ya pasados de rosca donde se te pierde de todo, acostumbrado a las de su edad, que entran y salen sin dificultad... no es agradable.
Mi Amigo seguía pensando que era eso, lo que ya no dábamos, y se sentía frustrado. Le di un beso en los morros como cuando vacilábamos delante de las Amigas treinta años antes haciendo creer que veníamos de vuelta (casi nada, de vuelta a los dieciséis, ¡¡qué majaderos!!) y me dirigí al equipo de Música, después de haber pillado uno de los últimos vinilos que había conseguido en el santuario de "Melocotón", lo acaricié, olí su aroma desprendido de los surcos y lo coloqué sobre el viejo plato que casi podía ser el padre del chaval que se follaba a su ex. Al cabo de unos segundos algo pasó, yo sabía qué era, y mi Amigo comenzó a saberlo.
La atmósfera de la habitación se fue transformando a medida que los sonidos llenaban el ambiente, y cuando mi Amigo dejó de pensar en el chico, la chica, su ex y las distintas ex, sentí cómo se relajaba a mediada que las guitarras asesinas y los ritmos desenfrenados se hacían dueños de nuestro espacio.
Fui a por un par de cervezas, me senté junto a él y dejé que mi pierna siguiera el ritmo que la suya marcaba hacía tiempo.
- Esto no pueden igualarlo, querido Amigo, ni con 25, ni con 30, ni follándose a todas nuestras ex, ni... no pueden igualarlo.
Me agarró del cuello y apoyó su frente sobre la mía, asintiendo con la cabeza mientras cerraba los ojos para sentir lo que se le venía encima.
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Realmente le salió de dentro, y tenía razón, salir de donde salía con lo que llevaba bajo el brazo no era ni usual, ni normal, ni de este mundo, así es que cuando le vi entrar en la tienda volví a "Melocotón" y me lo presentaron, sin saber (ni él ni yo) que ya tenía sus dos vinilos.
Eso no podían igualarlo, ni la sensibilidad de mi Amigo acariciando su guitarra, ni la capacidad para seguir cada tema con sus dedos como si los hubiera creado, era algo innato, le salía de las entrañas, y yo sólo podía seguirlo con la mano, pero al menos lo entendíamos los dos, y eso ya era mucho, demasiado.
Yo no le iba a devolver a su ex, de hecho lo mejor que podía hacer era no pensar en que pudiera volver, no era sano, pero sí podía hacerle sentir joven, de espíritu, con ganas, en cuanto a las ideas, las emociones, eso era distinto, en el pequeño habitáculo, mientras el disco giraba éramos libres, realmente libres, y tipos capaces de crear joyas como lo que sonaba sabían apreciar nuestra "sabiduría", esa capacidad para discernir lo que merecía la pena de la basura, por eso estos chicos de Lüger eran buenos, porque se dejaban enseñar, y luego... pues que enseñen, si merecen la pena, ¿por qué no?
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