viernes, 18 de octubre de 2013

De Vinilos y Otras Glorias DCCCXXXI

Vamos a darnos una vuelta, o dos, o tres que nunca se sabe, por una década que fue el final de mucho y el principio de un emocionante viaje.


The Silencers (A Blues For Buddha) 1988


Desde Escocia, tierra de tradiciones, leyendas y maravillosos seres fuera de lo humano nos llega este grupo que tras la rebeldía punk y los restos de lo que se intentó cambiar en lo social se formó con miembros de grupos creados en esa era de salvaje desmedida.
Rock de estilo, elegante y con clase para una Música que se desliza entre el Rock que iba camino de los noventa desde este final de década, el Pop melódico con suaves tonos y canciones que beben de la tradición de sus ancestros.
Las voces son ese centro neurálgico alrededor de las cuales todo gira, coros preciosos y gargantas solistas sin aspavientos, suaves susurros en ocasiones que acompañan a melodías de un nivel bastante importante.
Las guitarras en arpegios seducen por su sencillez y eficacia, ritmos pausados y acompasados a una sección rítmica sin aspavientos ni excesos pero que cumple en este tipo de canciones que se dejan llevar solas. Nada es complicado, parece que va solo y se te mete con la facilidad de lo bien hecho, pero ¡¡ojo!! no son canciones de "fuego de campamento", lo mejor de los temas son su composición que sustenta una fácil interpretación de los músicos que en ningún momento se exceden ni se quedan cortos, esa es la virtud principal que todo encaja y parece hecho como un traje a medida, precioso y de buen gusto.
Emociones permitidas de más siete minutos como ese tempo suspendido en el espacio llamado "Scottish Rain", ritmos que llevan solos a galope de un Rock fresco "Answer Me", "The Real McCoy"... preciosidades melódicas que enamoran, "Skin Games", un toque oscuro y especial en ese "A Blues For Buddha" y una manera muy personal de desgranar ese Pop Rock que subyuga cuando tiene calidad.
"A Blues For Buddha" es la segunda obra del grupo, posiblemente su madurez interpretativa y para mí en conjunto su mejor disco, el que más completo les salió aparte de temas de listas, y ese sentido compacto se siente desde la primera nota dejándose escuchar sin altos ni bajos.
Un disco para disfrutar, un sello de esa época que volvía a creer que era posible intentándolo con pequeños caramelos como este.
Jimmie O'Neill voz, guitarra y armónica. Martin Hanlin batería. Cha Burns guitarra y voz. Joseph Donnelly bajo.

SIDE ONE:  Answer me;  Scottish Rain;  The real McCoy;  A Blues for Buddha;  Walk with the night
SIDE TWO:  Razor blades of love;  Skin games,  Wayfaring stranger;  Sacred child;  Sand and stars

2 comentarios:

  1. La Música de calidad con los años, al igual que las mujeres, no envejece sino embellece
    Y este disco con sus 25 tacos, más que un caramelo es un bombonazo.
    Dulces sueños.

    Besos.

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