jueves, 24 de octubre de 2013

... Años Después


Los que me conocen saben que no soy de viejas glorias que se mantienen porque algo hay que hacer llevando un nombre que sobre un escenario ya no significa nada a pesar de...
Cuando voy a un concierto de esas leyendas que siguen porque pueden y desean entregar el talento que llevan dentro me suelo empapar (en lo que puedo) de cómo y de qué manera se encuentran para no desilusionarme con gente que me ha dado tanto y tan bueno a lo largo de los años y me han hecho amar esto que llamamos Magia.
Cuando una querida Amiga me propuso asistir al concierto de Ten Years After dije un rotundo No porque me faltaban muchas cosas y sobre todo porque no sabía qué podían dar de sí tres viejos gladiadores que se han quemado durante década y media de maravillosa locura musical y por supuesto me negaba a verles de aquella manera.

Ten Years After llegaron a mi vida con dieciséis añitos y me enamoraron con su Música abrasiva, salvaje y esplendorosa y ahora pasados los cincuenta me costaba mucho meterme en la piel del que puede olvidar todo para escuchar un concierto de Blues Rock y R'N'B sin más, obviando el nombre y lo que significa.
Quizás la insistencia de esta Amiga, el guiño que me hicieron en la ciudad donde habito actualmente con un día de fiesta no esperado o compañeros mediocres que me alegran el espíritu cuando me siento diferente con mi Música me impulsaron a aceptar la invitación y cinco minutos antes del concierto me encontraba en lo alto del gallinero esperando la llegada de tres iconos de los sesenta-setenta y un chaval del que no quería tener referencias.

Con una oscuridad sobrecogedora (tanto que les guiaban con una linterna a cada uno para llegar al sitio correspondiente, un efecto demoledor de la técnica aeroespacial al servicio de la Música) los cuatro músicos se presentaron ante nosotros y comenzó un concierto "... Años Después", un tremendo e inesperado concierto por lo maravilloso de las sensaciones que me dejó y que aún resuena en mis oídos (y lo que te rondaré morena)
Quería saborear la Magia de estos tipos que son historia de una época irrepetible, sentir el aura de músicos que se lo curran como el que más a sabiendas que  han sido parte de muchas cosas y que ahora se suben al escenario con la misma sencillez y humildad que tipos que empiezan. Quería saber por qué hace 34 años me enamoraba imaginarles en directo mientras escuchaba sus temas en el viejo aparato dual donde los discos se salían a la espera de la siguiente bronca de mi madre por esa Música del averno y sobre todo quería saber cómo estaban dos de mis héroes primarios, esa batería y ese bajo que me hicieron creer en algo más que los héroes de las seis cuerdas y su prolongación fálica hacia las estrellas.

Cien minutos de Música, cien minutos de Rock, R'N'B y Blues eléctrico de nivel, cien minutos de recuerdos y algunas notas del siglo XXI, cien minutos con Ric Lee, Chick Churchill y Leo Lyons a los que acompañaba un "chaval" de 36 años que hizo el honor e hizo honor a lo que la Música del grupo representa.
Monumental, emotivo, enérgico y salvaje en ocasiones el concierto se fue desarrollando como una perfecta fiesta para los sentidos, no necesitan mucho para llegar porque cuarenta y seis años conociéndose les hace ser uno sólo y esa guitarra que ahora les acompaña ha mamado mucho y bien el espíritu de Woodstock donde asombraron al mundo.

Joe Gooch (36) es un portento de técnica, toca la guitarra enseñándote cada nota, sientes cómo sus dedos pisan el mástil y se deslizan hacia tus sentidos, "ves venir" el sonido hacia tus entrañas y cada riff te lo marca a fuego, cada punteo lo saca para grabar una señal en la piel y se encuentra tan integrado en la banda que sólo tienen que enseñar por dónde y el cuarteto es un muro que no pierde ni un ápice de armonía.
Me entusiasmó su concentración, quizás la voz no era lo que esperaba y se notó y los coros de Leon no ayudaban mucho, pero sus manos son el perfecto asidero de un instrumento que es la prolongación de su cuerpo y su mente porque saca todo lo que quiere y la Música del grupo suena fresca y actual, algo realmente complicado.

Ric Lee (68) es un batería a la vieja usanza, de los que me encantan cuando toman la baqueta atravesada y marcan con la precisión de un cirujano. Tremendo pegador y con un sentido del ritmo emocionante la mitad del concierto la marcó con un solo de batería de diez minutos en los que enseñó qué tipo de percusiones hay en una batería, cómo se toca todo lo que le rodea y de qué manera se puede sentir el alma subir y bajar al ritmo que le da la gana. 
Un tipo genial que nos dedicó un cercano monólogo de presentación de la banda en primera fila del escenario mientras secaba el sudor de su exhibición y rememoraba esos tiempos donde la Música era... Música. Una voz preciosa y un timbre emocionante, una dicción perfecta y la pena de no sentirle cantando porque debe ser...

Chick Churchill (67) maneja los teclados como quiere y le da la gana, pero es al que peor se le ve físicamente y eso le para un poco. Está para acompañar el conjunto, dejar su clase en esos ambientes que el "Hammond" borda y hacer de vez en cuando algún solo que suena más que bien pero que me supieron a muy poco. La guitarra se lo come y él no hace mucho por evitarlo, pero como estos tipos están sobrados pues lo que hace lo hace bien y punto.

Leo Lyons (69) sigue queriendo comerse el mundo con su bajo, dejarnos estupefactos con su manera de arrancar las cuatro cuerdas y hacer que ese instrumento deje de acompañar para ser un solista más al que echas en falta si no suena. Sus duelos con la guitarra fueron memorables, arañando las entrañas en cada recorrido por el mástil, sin venirse abajo ni una sola vez en un concierto en el que no tuvo pausa, con un solo de bajo demencial incluido en un espectacular instante de calma chicha donde se comió el silencio.
Emocional y muy especial, un músico que transmite esa energía que la banda lleva impresa en su nombre, puro fuego y bestial físicamente aún mueve la cabeza para golpearse consigo mismo aunque mide más esos saltos salvajes de antaño. Realmente increíble con su edad y lo que lleva encima aún hace que su bajo te haga crujir las tripas sintiendo la madera golpeándote.

Ten Years After pasaron como una tromba sónica espectacular y bella, pura energía sesentera hecha por sesenteros, marcándose temas que son historia de su historia y que no podían faltar, dedicando a eso que les ha dado la vida, la Música y los que la hacen un homenaje de más de 15 minutos por el que pasaron Cream, The Doors, Jefferson, Purple, Jimi Hendrix... un sentido y claro homenaje que les honra porque ellos son también parte de esa historia. Despedida colosal con el clásico de los clásicos, ese "I'm Going Home" a toda pastilla y diez minutos a tope y entre medias una cabalgada inacabada para demostrar que la numerología (67, 68 y 69) a veces no es lo que parece y si se tiene alma, ganas y mente aún se pueden dar momentos de éxtasis.

Salí a gusto de la sala, no vi el mejor concierto de la historia, viví cien minutos con músicos de toda la vida haciendo excepcionalmente bien Música de toda la vida y eso hoy en día es un lujo al alcance de muy pocos.

Ten Years After una manera de creer que la Música es eterna... aún  

4 comentarios:

  1. Tu mejor que nadie sabes disfrutar de las emociones cuando unas notas brotan de las cuerdas de una guitarra, un teclado o una batería...y a la vista está que disfrutaste de ese concierto.
    Emocional entrada.
    Besos.

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  2. Los años, la vida pasa por todos y eso es algo que debemos admitir. Seguro que te sentaste y supiste apreciar y disfrutar lo bueno como has sido critico con lo no tan bueno. Estoy convencida que lo viviste de una forma distinta a como lo hacias 35 años atrás y eso solo se hace desde la madurez.
    Un beso.

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    1. Que estoy maduro eso no me lo quita nadie, que disfruté como un adolescente tampoco. La Música me hace ser y eso es algo que no voy a evitar nunca.
      Un Beso

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