viernes, 6 de septiembre de 2013

De Vinilos y Otras Glorias DCCLXXXIII

Como siempre que podemos, vamos a tocar alguna que otra moral apabullando a través de eso que creemos es infinito, la Música.


J A Caesar (Kokkyou Junreika) 1973


Una fascinante manera de entender la Música, un verdadero y auténtico paseo por los sueños de quienes tienen el privilegio y el placer (aparte de otras cosas) de escucharlo.
J A Caesar es un creador increíble, sumido de lleno en la parte más radical del teatro de Japón, icono de la contra cultura y estrechamente unido a su mentor Shuji Terayama, dramaturgo y director de teatro, creó para éste innumerables bandas sonoras que envolvían perfectamente esos ambientes tan especiales del teatro hecho desde lo minimalista y el lado más radical de las ideas.
Este "Kokkyou Junreika" es uno de sus mejores discos, un viaje apasionante por los rincones de la mente que te sumerge en un universo tan especial como único para entender muchas de las cosas que se hacían al margen de lo que se suponía establecido.
Ambientes perfectamente ensamblados en un recorrido con Música que te lleva de la mano a través de sus deseos, inquietudes y creaciones, porque realmente se puede visualizar lo que se expresa con la Música gracias a la energía que desprende, a través de los sonidos y especialmente (me vuelven loco esos conjuntos) las voces que dan un sentido a todo lo que se propone.
Prog. en estado puro, Psycho ardiente y demoníaco y dosis de tradicionalismo espiritual hecho Música se mezclan para conseguir una obra que no deja indiferente, sugiere y consigue que los sentidos lleguen más allá de lo que percibes porque es una invitación a lo que quieras.
Guitarras ácidas rompiendo el ambiente, fuzz y efectos dominando los sentidos, percusiones libres y sin ataduras de ritmos, enloquecidos momentos de teclados e instrumentos del pasado que parecen surgir de la nada y sobre todo como hemos dicho esos coros con voces femeninas que parecen extenderse hasta el infinito, simplemente genial.
Evocaciones a épocas pretéritas, religión y cultura, el hombre y la muerte, el inmenso poder de la mente y su constante devenir hacia ninguna parte, algo que surge de la Música creada y que te hace suyo o te dispersa los sentidos.
No es un disco al uso, ni se puede esperar nada parecido de la propuesta que se ofrece, pero lo que se da es tan puro que hiere y tan bello (para mí al menos) que duele escucharlo.
A veces saltar al vacío tiene recompensa, J A Caesar puede ser uno de esos momentos.





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