sábado, 29 de febrero de 2020

Reflejos V



Lo miro todo, aquello que me lleva hacia ti, la esencia de tu figura, tu olor, tu sabor que perdura en mi memoria ligado para siempre a todo lo que siento, pero mi ventana se encuentra cerrada, ya no siento nada más allá de esos recuerdos que me hieren, me hacen vivir de nuevo lo que murió con ese paseo por los sueños que nunca volverá.

Desde la casa de la colina oteo el horizonte esperando que el Sol caiga sobre mí, me lleve hacia la oscuridad que espera paciente bajo el lecho del río. Hay un tiempo perdido en la memoria, el que nos hizo felices cuando nos jurábamos palabras de amor eterno, con los ojos entregados a la mirada del otro ser humano que conocía nuestros deseos, nuestras fatigas, nuestros anhelos.

Volveremos a lo que somos, ese polvo en el camino que nunca más pisaremos, porque las huellas están borradas por aquellos que no creían en nosotros y aún así pudimos dejarles atrás, siempre mirando la luz de nuestros sueños. Después viajamos demasiado alto, demasiado deprisa, demasiado pronto y caímos en lo que no queríamos ser.

Sigo queriendo acariciar tu pelo, libre como el viento que lo rozaba, sigo queriendo besar tus labios, calientes como el deseo que anidaba en nuestros corazones, sigo queriendo todo aquello que ya no tendré jamás, tumbada en la cama que me hizo ser la mujer de los sueños imposibles, de las palabras pintadas de colores, de los reflejos en el espejo roto.

Adiós, Amor, tú y yo sabemos que la dama negra nunca podrá tenerte, aunque ella crea lo contrario. 

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