sábado, 15 de febrero de 2020

Música... Y Algo Más


No quedaba nadie con quien hablar, nadie en quien vaciarse para echar todo lo que la ahogaba, no quedaba nadie desde hacía tiempo, y los rostros que permanecían en el recuerdo se iban difuminando lentamente, pero desapareciendo a fin de cuentas. La Música se había convertido en su compañera inseparable, las únicas sensaciones que la mantenían viva, lo que hacía que su mundo, de alguna manera, aún mereciera la pena. 
A veces recordaba la voz de un compañero de antaño, alguien a quien nunca tuvo en cuenta, uno de esos tipos que pasan por la vida de las personas y no se hacen escuchar, a veces porque dicen verdades como puños, otras veces porque sus incoherencias les hacen parecer sin sentido, un tipo que animaba en cierta manera sus momentos juntos, aunque no le escuchara, pero le oyera charlar de insensateces que a veces la hacían reír, otras pensar, y las más de las ocasiones la hicieran tenerle por un loco simpático. 
Su voz era como la Música que ahora la acompañaba cada día, esos sonidos que de manera imperceptible se meten en tu mente y desde ahí te cubren por completo consiguiendo hacerte vibrar. Un ser que muchas veces la invitó a ¡Vivir!, dejando de lado las ataduras que tenía, un tipo que intentando ¡Vivir! desapareció de la vida, como el sonido de la maravillosa Música que nos lleva cuando un tema llega a su fin.


Otro día más se levantaba para buscar lo que no podía encontrar, aunque desde hacía no mucho tiempo la inspiración de los viejos CD's dejados por ese ser entrañable la ayudaban a salir de la casa cada mañana, encontrando el arranque del vehículo que la llevaba por calles que ya no veía, porque ahora los sonidos la llevaban a los momentos mágicos vividos al calor de una cerveza, de unos temas inolvidables que les hacían llorar de felicidad, que le recordaban a ese tipo que se bebía la vida a sorbos con la Música dentro de su alma. 
Otro día más los coches a los que adelantaba y los que la pasaban eran puntos en el horizonte que no le decían nada, otro día más los semáforos eran el lugar de encuentro de las mismas caras, los mismos rostros... pero desde no hacía mucho, esos viejos CD's la habían hecho ¡Vivir! y a pesar de casi no recordar cómo se hacía, era un comienzo, de la mano de su recuerdo, recuperado entre notas de viejos mitos convertidos en gloria gracias a la magia de la Música. 
Ahora sentía, por fin, que no era otro día más, y la Música  que la bañaba por dentro era su mejor arma para conseguir que no lo fuera, y ahora, con el rostro de ese friki que nunca esperó nada pero que dio hasta la última gota de sus emociones, aparcaba el vehículo y cerraba la puerta esperando las últimas notas de otro de los temas eternos que la empujaban a ponerse el mundo por montera. 


A Alba, con el deseo de que todos sus sueños se hagan realidad.




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