viernes, 16 de agosto de 2013

El Tornillo


Hace no mucho tiempo me encontré con una señora que cruzaba un semáforo en rojo. No soy mucho de decir nada a los desconocidos por si acaso se ofenden con mi tono enérgico cuando capto un peligro inminente, pero grité aquello tan conocido de ¡¡Señora!! y al mirarme me clavó una mirada que era una mezcla de odio-asco-desprecio por igual espetándome "Te falta un tornillo".
Siguió andando y dos segundos después un autobús urbano usó los frenos, la bocina y la voz del conductor a través de la ventanilla bajada (esta sí que era una voz de tenor cabreado) para evitar aplastarla sobre las líneas blancas del paso de cebra.
Quedó desconcertada sin saber qué hacer y cuando un chico intentó ayudarla sólo preguntó "¿No serás tú el que me has gritado? ¡¡casi consigues que me maten!!".
Me resultó chocante y como siempre (aunque cada vez menos) sorprendente la salida del ser humano en momentos de apuro, cuando todos tienen la culpa, cada uno me provoca el error y mi muerte no me la merezco pero "ese..."

Analizando la frase de la susodicha sobre el tornillo volví en mis recuerdos a mi más tierna infancia, aunque sin esa capacidad aún para discernir nada de lo que ocurría pero que debió ser el momento en el cual la persona del semáforo debió verme cuando soltó su sugerente frase.
Me imaginé en el momento de venir al mundo recién sacado del vientre de mi madre y a la comadrona arreándome con saña y ganas esos azotes para que rompiera a llorar, azotes que no sé si consiguieron su objetivo, nadie me ha contado nunca si lloré, berreé o solté algún exabrupto, pero de lo que desde hace tiempo no me cabe duda cuando vuelvo a mis recuerdos es que en ese preciso instante algo debió soltarse en mi cuerpo menudo, algo que con los vaivenes de golpes, emociones y alegrías varias bien pudo ser un tornillo.

En mi caso no sería un tornillo cualquiera, sino "El Tornillo" según demuestra mi trayectoria por este mundo de incomprensiones y violencia desmedida que mi mente no atisba a comprender.
"El Tornillo" de la razón y la comprensión porque estoy como una cabra, como una auténtica manada de cabras, sino es inexplicable que dedique mis energías año tras año a comprender por qué podemos amar y matar al tiempo, emocionarnos y odiar, vibrar y escupir, saltar de alegría y ser envidiosos...
Es lo que tiene venir ya con defecto de fábrica, que te miran raro, te van poniendo etiquetas y luego sólo queda la salida de ese elemento que no está porque una comadrona buscaba que no me ahogara sin respirar y provocó el desajuste en alguna parte de mi cerebro.

La verdad es que mirar con los ojos de quien se sabe imperfecto, con algo menos que el resto y se va moviendo como puede en este zoológico llamado mundo hace que de vez en cuando vea a través de lo que no hay porque no se puede sacar, donde no se llega porque no me preocupa hacerlo o a quienes están muy por encima porque mirar desde abajo da una perspectiva distinta.
Es cierto que a veces me dejan por imposible, practicamente nadie se preocupa de lo que digo, comento o pienso porque estoy chinado y el bulto que soy ocupando un espacio en cualquier rincón mientras entregue alguna melodía que hace vibrar las entrañas pues se sobrelleva mal que bien. Es en esos momentos cuando me siento un privilegiado, no estoy aunque siga ahí, no sirvo aunque actúe y realice lo que se espera, no siento aunque diga cosas que parecen que puedan ocurrir; soy un privilegiado porque mi espacio es mío, nadie quiere ocuparlo, puedo saborear lo que me rodea porque todo lo que hago es un error y disfrutar de mis pensamientos y emociones al margen o a costa de los que dan por perdido "El Tornillo" que nunca aparecerá.

Es cierto que me resulta sorprendente lo de la Música, los sonidos, esos susurros que resbalan por mi piel y me hacen suyo, en esos momentos (al menos en muchos de ellos) "El Tornillo" debe darse una vuelta por algún lugar cercano y como un imán va golpeando en la cabeza a los que creen tenerlos todos bien sujetos y disfruto, me río y vuelvo al silencio de esos semáforos en rojo para que no se me mire, porque a fin de cuentas el conductor frenará y tocará la bocina igual, otra cosa es como acabe quien con todos los tornillos bien puestos no tiene ni jodida idea de lo que es ser eso, un ser (humano o no ya me va dando igual)


2 comentarios:

  1. Yo preguntándome continuamente qué te hacía distinto y se trataba sólo de un tornillito (digo ito porque imagino que iría en consonancia con tu tamaño).
    Eso si, seguro que era uno de esos especiales de los que no encuentras repuesto en ninguna ferreteria.
    Que conste que a mi me pareces bien así.
    Un beso enooooorme.

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    1. Desde este lugar en el cual busco el tornillo que me falta... Besos

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