El Puente

A lo largo de nuestra vida cruzamos infinidad de puentes, a veces queriendo llegar a la otra orilla, en ocasiones forzados por las circunstancias que nos obligan a ir. No son puentes construidos por nuestros sueños, por eso a veces, algunas, ceden bajo nuestros pies y la nada nos llega como un trallazo. 

Hay ocasiones en las que existe una mano amada, un pecho seguro donde apoyarse, unos ojos que nos indican el camino, sea la orilla que sea, en esos instantes, quizás el puente se rompa, pero sabemos que no todo nuestro ser caerá al vacío.

Quizás el puente se rompa cuando estemos sobre él y caigamos hacia el río, pero iremos abrazados mi amor, sintiendo el aire acariciar nuestros rostros, mirándonos fijamente para finalmente penetrar en el agua clara y bajo ella besarnos en un beso eterno, el beso que nos unirá más allá de cualquier desánimo, por encima de cualquier otro río embravecido que quiera tragarnos.

Surgiremos de lo más profundo, llenándose nuestros pulmones de aire mientras seguimos buscando la lengua del otro para entrar en él, para hacerlo nuestro, para compartir la respiración acelerada por el instante que estemos viviendo.

Llegaremos a la orilla, sin importarnos cuál sea, olvidando el río que nos separaba, el puente destruido, y nos tumbaremos en la arena, con tus brazos sobre mi pecho, mis labios sobre tu rostro, esperando que subas a mí y me hagas tuyo, como desees, como imagines, sin límites para el deseo…

Quizás el puente se rompa cuando estemos sobre él y caigamos al río, pero no será el agua lo que encontremos bajo nuestros cuerpos, sino un manto de sueños que hemos construido con el paso del tiempo, cada instante vivido juntos, cada emoción compartida ajenos al resto de los mortales, todos los golpes soportados unidos en la distancia. No habrá corriente que nos trague, porque andaremos sobre las olas, la brisa nos llevará flotando mientras nuestros cuerpos se dibujan en el azúl del cielo que nos cubre.
Quizás el puente se rompa...