24.05.1978 Un Día Cualquiera... Menos Para Mí

En lo que recuerdo, que no es mucho pero sí muy selecto, ese día me sorprendió con la celebración de la patrona del colegio. Yo iba a los Salesianos, y Mª Auxiliadora era la fiesta máxima, con todo tipo de eventos y celebraciones, y por supuesto en mi caso me tocaban dos especialmente, los distintos partidos de balonmano de las competiciones que se organizaban y cantar en el coro de la iglesia.

Como deferencia por el día solíamos tener la tarde libre, así es que con mis 14 años y once meses llegué a casa tras correr y sudar y cantar y vocear; nada parecía distinto, nada salvo la cara de mi padre, que con una sonrisa picarona esperaba que yo entrara en mi cuarto, y allí me lo encontré, un pequeño aparato de los que se llamaban “compactos” con su sección de tocadiscos y otra para las cintas de casete. No daba crédito a lo que veía, y de pronto me sentí el amo del mundo, la Música, algo que estaba entrando en mí poco a poco a través de viejas cintas y copias extrañas, podía transformarse en discos de vinilo, el no va más de la calidad en aquellos tiempos (para mí también ahora, por supuesto) ya que los pocos “entendidos” que me hablaban de Música siempre me decían eso, que como el disco nada, que las cintas eran una mierda, que…

Ese mismo día llamé eufórico a un amigo entrañable con el que compartía tardes de sonidos y al enterarse tuvo el detallazo de regalarme el primer LP de mi historia, el “Quo” de Status Quo, un número uno para lo que fue el comienzo de un sueño, una forma de entender la vida que aún me acompaña, más de tres décadas después, lo único que no me ha abandonado nunca, estuviera en la cumbre del mundo o tocando fondo hasta llenarme de mierda. Mis discos son algo más que vinilo encerrados en carátulas, algunas maravillosas y otras no tanto, son parte de mí cada uno de ellos, son lo único de esta vida que desde que entraron en mis entrañas no se han ido, ni han querido hacerlo. Hablo con ellos porque sé que me entienden, bailo delante suya porque me siento libre cuando los miro, escucho sus sonidos y me emociono porque me entienden y los entiendo, hago el amor con lo que me dan porque los amo y ellos a mí.

Nadie me ha dado nunca lo que ellos me han ofrecido, cuando era una mierda y en ocasiones vuelvo a serlo saben por qué y me han dado las fuerzas para salir, y nunca, nunca, nunca, he tenido un sentimiento de rabia hacia ellos, porque han calmado mi rabia, mis ansias, mis más bajos instintos.

Mi Música es mi esencia, sé que suena a estupidez de coleccionista pero no me importa que parezca así, es mi esencia porque es parte de mí, cada uno tiene su historia, y cada uno ha marcado alguna muesca en mi alma, algunos más que otros. Mi Música me ha acompañado en momentos de soledad, ha estado conmigo cuando la entregaba a los amigos en sesiones inmensas y nos sabíamos dueños del Universo, me ha acariciado los oídos cuando besaba unos labios, y sobre todo, y ante todo, esa Música me la quise llevar a otro mundo, y se negó a que yo me fuera, susurrando lo idiota que yo era sin ofenderme, diciéndome la basura en la que estaba convertido sin insultarme, simplemente dándome lo que siempre me ha dado, las notas convertidas en gloria para mi alma, arrancando las emociones más profundas de mi ser, haciéndome ser yo por encima de todo, con lo más indigno y lo poco bueno que puedo ser.

El día 24 de Mayo de 1978 comenzó en mi vida un viaje alucinante que no ha acabado, y que espero no acabe nunca, porque si Mi Música se transforma en vinilos para poder ser oída, mi esencia estará siempre en esas piezas que giran sin parar al son de mis sentimientos.

Es curioso, ahora estoy llorando, por supuesto de felicidad, algo que también, de forma única, consigue ella, mi amiga, mi amante, mi compañera, mi Música.

A través de lo que escucho soy mucho más de lo que se ve, todo es cuestión de dejar que penetre.