Fue hace mucho, mucho
tiempo, en los confines del Universo y los límites de la realidad, porque no
puede ser real alguien que lleva la sensibilidad hasta donde nadie puede
llegar, pero ahí le conocí.
Me he sentido viva
muchas veces en mi vida, he conseguido que mi mente y mi alma puedan sentirse
una y hacerme gozar en lo emocional y lo físico, sola o en compañía de seres
maravillosos, pero nunca sentí lo que él me dio, porque nunca nadie se dio como
él se daba.
Tantos prejuicios sobre
sensibilidad masculina, tantos tópicos sobre sus defectos al amarnos, tantas
palabras vacías llenando páginas en blanco con mediocres de medio pelo, tantos
afectos perdidos por no ser valiente y hacer, simplemente, lo que se siente.
Él me enseñó que la
caricia no entiende de sexos, que el susurro de una voz (su voz, ese bálsamo
que adormecía los sentidos) puede ser mejor que el mayor de los órganos
henchido de deseo, porque su forma de tratarme, de tratarnos a todas era tan
especial que nos hacía especiales, sin pedir, y eso fue siempre lo más
increíble de todo, nada a cambio.
Fue Amigo a sabiendas
que me perdería, que escaparía buscando lo que no podía encontrar con mis
deseos a flor de piel, fue confidente cuando era a la vez consciente de que
nada le haría estar a mi lado más allá del atardecer recitándome un cuento
imposible, escuchando una de sus melodías, susurrando (de nuevo ese susurro que
me estremece aún) palabras que me hacían estar bien, algo tan básico y que no
podía ni soñar.
Fue mi amante sin
saberlo, a pesar de saber yo misma que me deseaba, en silencio cuando dejaba
que otro ser penetrara en mis entrañas, aguardando escuchar la que podría haber
sido la mejor jornada de mi vida, cuando yo, ingenua, desconocía que era él la
mejor de todas la jornadas que tuve.
Siempre estuvo ahí y no
lo vi, nunca rechazó mi mano y no supe apreciar lo que eso valía, jamás elevó
la voz ante mis caídas y simplemente ayudó a ponerme en pie, cuando poco
después otros brazos me recogían para llenarme de lo que él debía haber tenido.
Lo perdí sin saberlo,
por seguir, de vez en cuando, creyendo en esos tópicos que nos nublan la vista,
en esas estúpidas pretensiones que como mujer nos hacen superiores en lo
emotivo, y cuando quise ser una con él ya no estaba, su estela había desaparecido
en el mar de la desesperación, la incomprensión, la soledad.
Hoy quiero recordarle
porque de nuevo me siento sola, porque otro Amigo, especial como él, me ha
contado que ya no está porque se fue apagando poco a poco, roto porque su voz
nunca llegaba, porque sus dedos no eran apreciados cuando acariciaba, porque
sus ojos nunca vieron cómo se puede ser quien se es a pesar de cualquier cosa.
Mi Amigo era un hombre,
es un ser humano excepcional porque jamás me abandonará, ahora ya no quiero
dejarle, pero además era un tipo que entendía a las mujeres como ni siquiera
nosotras nos entendemos, que sabía caminar por el alma femenina mejor que
muchas de las mujeres que conozco, que se quedó solo por el miedo a sentirnos
cerca de alguien así.
He tenido la suerte de
conocer hombres como él y he cometido un error con ellos, al resto los tengo a
mi lado, en mi memoria o en mi alma, a él lo perdí y no voy a volver a hacerlo,
porque es parte de mis entrañas, y no saldrá nunca de ellas.
La próxima vez que el
viento acaricie mi piel, y escuche palabras que apenas rozan los oídos, sabré
que él sigue ahí de nuevo, en ese Universo que tanto ansiaba descubrir,
buscando, una vez más, la palabra perfecta, el gesto amable, la mirada serena.
Suena ¡Cómo no! "Sad And Deep As You"
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