sábado, 27 de febrero de 2021

La Noche

 


La noche era oscura. Las estrellas no se habían hecho sentir y la luna apenas se insinuaba tras la espesa capa de nubes. El camino se adivinaba entre la hilera de árboles pero yo conocía cada recodo del camino, cada piedra que asomaba, cada tronco vigilante de los pasos dados.

Al final de la arboleda, donde el camino se bifurca encontré la entrada de tu casa. Una vieja tapia de piedra la protege de… realmente de nada, tu puerta siempre está abierta. Una tenue luz colocada en la parte superior de la fachada indica noche y día que allí vive alguien. 

Como siempre, al margen del tiempo y el espacio, los sonidos de una Música que cubre el silencio se hacen cada vez más evidentes, creando en mi mente la seguridad de que estás ahí.

Me acerqué y subí los dos peldaños que dan acceso a la puerta. Entré y, tratando de recordar el recorrido hecho hacía ya mucho tiempo, llegué a la puerta de tu habitación.

Siempre me ha sorprendido ese silencio inexpugnable de tu ser que contrasta con lo que jamás te abandona, la magia de las notas que te hacen ser esa persona que impregna de emoción cada instante que vives.

La escasa luz que entraba por la ventana me permitió observar el lugar donde se ubicaba cada mueble. En la pared opuesta a la ventana estabas tú, la ropa de cama ligeramente desordenada. Tu cabeza se apoyaba sobre la mano izquierda, tu cuerpo ligeramente ladeado dándome la espalda. Parecías tranquilo. Tu respiración era pausada y acompasada. No pude observar si realmente dormías o simplemente tu cuerpo era uno con los sonidos que cubrían de manera sublime toda la casa, pero en tu rostro un halo de placer me hizo pensar que realmente eras parte de ellos.

Me acerqué a la cama, me arrodillé en el suelo y extendí mi mano hasta tocar tu hombro. No te moviste. Mi mano se atrevió a acariciar tu pelo. Ahora sí. Te volviste ligeramente hasta quedar tumbado boca arriba, ladeaste la cabeza hacia la derecha y seguiste durmiendo. Me sentí feliz de verte tranquilo, disfrutando de lo que te hace soñar, olvidar el mundo y perderte en el universo.

Seguí un momento arrodillada en el suelo con los codos apoyados en el colchón. De pronto sentí un escalofrío. La noche era fresca y la ventana se encontraba ligeramente abierta. Miré en derredor. Me levanté, me quité la ropa. Cuando estuve en ropa interior retiré ligeramente la ropa de cama y me deslicé bajo la sábana. Poco a poco fui acercándome a ti y noté la tibieza de tu cuerpo, el olor maravilloso que se desprendía de él. Me incorporé, besé ligeramente tus labios y me tumbé a tu lado.

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