martes, 4 de septiembre de 2012

Il Paese Dei Mezaràt



¿Quién ha dicho que una biografía puede ser aburrida? Posiblemente haya “biografías­- ladrillo” pero, por suerte, también hay libros como el que acabo de terminar. Su autor dice de ella que no es propiamente la historia de su vida sino un fragmento de su infancia, el relato de los hechos que lo llevaron, sin saberlo, a ejercer la profesión que lo ha hecho grande (esto último es cosa mía).

El libro recoge hechos de su vida contados con la perspectiva inocente del niño que los ha vivido, sin entrar a analizar el porqué. Se queda con la parte simpática de su infancia, esa que se queda grabada en la memoria y que gusta recordar con los años.
Pero seguramente una de las cosas que más me han gustado de este libro han sido las historias inventadas por él, las situaciones hilarantes que propone como alternativa a hechos dramáticos vividos por él mismo o a relatos clásicos magníficos (no perderse la sátira que hace de La Odisea).

Cuando alguien como Darío Fo cuenta a sus más de 70 años los primeros años de su vida, tened por seguro que es algo digno de leer. Sencillo, como era la vida de la gente sencilla antes de la Segunda Guerra Mundial; ameno, como puede esperarse de alguien como su autor; lleno de ternura, como se ve la infancia desde el balcón de la experiencia; sin discursos políticos, como lo hace una persona inteligente que sabe poner cada cosa en su sitio.

“El país de los cuentacuentos” o “Il paese dei Mezaràt” (título original), una lectura llena de guiños amables hacia las personas queridas, de un grande.



De Charo, que sigue devorándolos

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