domingo, 17 de abril de 2011

Sentí Tu Sueño

Nos llega una colaboración de un querido Amigo con el que compartimos deseos, inquietudes y bajadas a tumba abierta por la montaña de los desengaños.
Para ti un pequeño desarraigo surgido de la mente de K.S., un visionario, un ser que sigue buscándose. ¡¡¡Disfrútalo!!!


Sentí tu sueño como si fuese mío, mientras paseaba por la orilla del río que nos lleva, aspirando la brisa de la noche, sorteando los cuerpos de los amantes que se refugian a hurtadillas bajo los puentes que atraviesan el alma de la corriente. Nunca fuimos el uno del otro, pero amarnos mirándonos a los ojos, más allá de cualquier acto que nuestras mentes deseaban, era tan nuestro que ahora no puedo mirar a nadie cuando acaricio la piel que espera dispuesta, un roce de los labios, las yemas de los dedos que dibujan sobre la superficie del cuerpo excitado.
Sólo puedo cerrar los ojos y escuchar el suspiro de la respiración que se acelera, las palabras que se pronuncian cuando el vientre arde, pero me abruma no encontrar tu rostro con tus ojos suplicantes para el próximo beso, la palabra precisa, el acto adecuado, todo lo que te hacía estar fuera de este mundo, abrazada a mis sueños, sintiéndolo como algo que se aferraba a tu alma.
Ahora la noche me envuelve, observando a los amantes que intentan atrapar el deseo y hacerlo prisionero entre sus cuerpos, con el río susurrándome las historias que sólo él conoce, historias de tiempos que se hacían eternos, cuando nada podía interponerse entre nosotros, cuando podíamos hacer, simplemente con mirarnos todo aquello que nuestro corazón nos pedía. La corriente que indica el camino hacia dónde perdí tu rastro me reta para seguirla, pero no puedo ser más allá de la sombra que se mueve entre las piedras, sentado en mi descanso bajo el puente donde fuimos uno antes de que nadie, aún en silencio, disturbara nuestros deseos.
Huimos de nosotros mismos, y no pudimos volver a encontrarnos.
El Sol perdiéndose en el horizonte alargaba hasta el infinito la sombra del adiós mientras caminaba por las dunas perdidas en la inmensidad del desierto en el que se había convertido el saco de promesas rotas que nos hicimos bajo el árbol que nos acogió aquella noche estrellada. Ya no espero nada que no sea dejar que las horas pasen, los días me cubran de nuevo, aferrado a un viejo calendario que nunca cambia, porque mi tiempo se perdió bajo aquél árbol, y los números en rojo o negro no significan nada para mí.
Persigo mi sombra, a veces no puedo alcanzarla, en otras ocasiones creo que me sigue demasiado cerca, trayendo a mi memoria todo lo que no quiero ver, como un cuadro pegado a mi mente que debo mirar una y otra vez, el Astro Rey, el amarillo de mi soledad, la alargada imagen de la nada, mis manos vacías de sueños, y como marco de toda la obra un opaco espejo que no refleja ninguna imagen.
Elegí el desierto para perderme, porque todo es parecido, no puedo saber dónde me encuentro, y nada me lleva a ninguna parte, giro en torno a mis propios pasos, el círculo de la existencia se cierra, reconozco mis huellas aplastadas una y otra vez, mientras la luz ciega mis ojos y deambulo sin rumbo fijo con el alma rota, el corazón detenido en el tiempo, bajo aquél árbol donde escribimos a fuego nuestros sueños imposibles.
Huimos de nosotros mismos, y no pudimos volver a encontrarnos.
 Un nombre inexistente en la memoria recorre las calles vacías solicitando una voz que le haga ser, suplicando un rostro que le dé forma, un cuerpo que lo haga parecer, unas manos que sientan cada letra que lo forma. El silencio ocupa el espacio, y el nombre nunca dicho sigue vagando por los oscuros callejones donde los deseos se pierden, el lugar en el cual los amantes buscan la oscuridad para el beso, no mirarse a los ojos y así no descubrir la mentira de la caricia que no va dirigida a su piel.
Nadie le grita, le pronuncia, y el halo invisible de lo que fue un alma en las calles llenas de vida se convierte en un imperceptible sentimiento que esconden las alcantarillas, para que las inmundicias de los seres humanos olviden.
Una hoja escrita en papel vuela por encima de los tejados, el mensaje de los que deben ser, o los proscritos por el destino, mientras el nombre sigue sin ser pronunciado, manteniéndose en las sombras, porque nadie le conoce, nada puede hacerlo real, ninguna garganta hará suyo lo que el miedo silencia, mientras la noche sigue su curso, atravesando las almas de los que niegan cualquier atisbo de humanidad.
Un acto de placer, despojado de cualquier amor que pudiera interferir en la carne golpeada exige el grito que hace saber, el jadeo esquivo de la verdad desnuda, y el nombre olvidado sale de la garganta, mezclándose con los efluvios emanados de un cuerpo que en el recuerdo vuelve a vibrar.
Huimos de nosotros mismos, y no pudimos volver a encontrarnos.

1 comentario:

  1. Cuando K.S. me hizo llegar este texto no se me ocurrió ni por asomo que pudiese ser un diálogo, que es lo que al releerlo hoy me ha parecido.

    Mientras leía la entrada dedicada a Mr. Rory Gallagher me has hecho acordarme de otra persona a la que le encanta la música, pero sobre todo la creación musical.

    Un saludo!!

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