domingo, 17 de abril de 2011

Hablemos de Cosas Serias

Si nos ponemos serios, algo desechado en este pequeño espacio dedicado a los Sueños, podemos charlar, desde el monólogo que supone un escrito hacia las estrellas, de miles de cosas que no tienen sentido, porque a fin de cuentas nunca podremos valorar lo que nos emociona si no es con nuestras propias entrañas, y de eso se trata, que las entrañas nos lleven hacia donde nadie pueda llegar.
La Música es un espacio único, intemporal e íntimo, nada ni nadie puede sentir lo que nosotros sentimos al hacerla nuestra, y eso es lo más grande que tienen los sonidos escupidos al viento con clase, al margen de la bazofia que pretenden colarnos de vez en cuando.
Cada cierto tiempo, si me da por ahí, charlaré conmigo mismo hasta que alguien quiera o desee provocar que el monólogo se convierta en otra cosa, de obras y artistas que me emocionan, me llevan, me han hecho sentir todo aquello que no ha conseguido ninguna otra cosa, envueltas en negro vinilo (a veces coloreado) dejándose acariciar por el diamante que arranca de sus redondos cuerpos la magia de los sonidos. 
Como no soy un estudioso de la Música, y mucho menos un devorador de libros sobre el tema, simplemente soy un amante entregado, lo que derrame en estos espacios en blanco serán sentimientos llenos de lo que me llega, que lo consiga o no ya es otra cosa pero... ¿acaso importa Agilulfo? ¿acaso importa?.

Por orden alfabético (para los que le guste no perder el hilo) me pongo en pie para recordar con todo el respeto que merece a un Músico que me llevó a los confines del placer sensorial con su voz, su guitarra y esa armónica que de vez en cuando rasgaba el silencio, Mr. Rory Gallagher.
Rory amaba la Música, era su vida y fue su muerte, aunque las crónicas digan que murió en un hospital realmente cayó en un escenario, aferrado a su maravillosa Fender, esa que nos había dado horas y horas de pasión desmedida escuchándola cuando siendo adolescentes nos escondíamos de la incomprensión por ese ruido" y nos dejábamos hacer.
Cada tema creado o versioneado por este irlandés de pura cepa era un desgarro al alma, un morir un poco entregándolo todo, porque cada rif de sus seis cuerdas, cada solo emitido laceraban la piel por su pasión, ahogada entre pintas y humo en cada pub de su verde Irlanda, donde se fundía con sus paisanos para cantar himnos que son parte de nuestra historia.
Rory no creaba Música, él era Música, su entrega te atraviesa el alma, y hay que hablar en presente de lo que se siente con este maravilloso Músico porque su legado permanecerá para siempre, eso es lo que tiene ser eterno en lo emocional, que nada puede acabar con tus recuerdos. Demasiadas jornadas disfrutando con esos ritmos de blues y rock que tanto nos gustan, esos temas acústicos que eran actos de amor entre él y su guitarra de acero, aderezados por la voz que recitaba historias de cualquiera, porque siempre era uno más al bajarse de ese lugar donde era un dios, el escenario.
Existen Músicos, existen personas que creen serlo, Rory era un alma entregada, por eso se fue, y la dimensión de su Música y de él mismo traspasa la simpleza de poner un vinilo negro y escucharle, llega a ser un trallazo que te arranca jirones de piel, y eso para mí es la Música, un acto de placer que te haga sentirlo como el mayor de los abrazos, de los besos, de las caricias, eso que un tal Rory Gallagher conseguín con cada nota, y por eso seguiré amándolo siempre.
Escuchaba "A Million Miles Away".

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