miércoles, 27 de abril de 2011

De Vinilos y Otras Glorias VIII

Ya que nos saltamos nuestro número VII de "De Vinilos y Otras Glorias", pues ahora viene el VIII y ya estamos al día de nuevo, eso sí con mi querida numeración romana que tanto me gusta, que para eso uno tiene pedigrí en cuanto a esto del Imperio. Otro acto de estas presentaciones sobre discos maravillosos por ellos mismos, llenos de Música y quizás menos valorados que... 


The Way We Live (A Candle For Judith) 1971


Maravilloso disco, trabajo excelso de dos autores, Jim Milne y Stephen Clayton, el primero un multi instrumentista que se atreve con las gitarras, bajos, teclados, sitar y las voces, compositor de todos los temas del disco y letrista afamado que antes de meterse en esto de ser músico escribía letras para otros autores; en cuanto a Stephen Clayton se encarga de toda la percusión del disco, y no se limita a la batería, su trabajo con las tablas, timbales e incluso maracas y cualquier instrumento rítmico otorga a todas las canciones un aire entre oriental (algo muy extendido en la época) y rockero, con fuerza y sutileza.
Las guitarras son para morirse, desde las eléctricas que parecen romper el silencio como un disparo a la sensibilidad de las acústicas que sirven en los temas en las que se usan para arropar la dulce voz de Milne, recitando como poesías que son pequeñas historias que se adentran en el alma.
Entre el hard psycho y el progresivo más apabullante de la época, esta obra del dúo es la previa a su presentación como "Tractor" nombre con el cual llegaron a tener fama gracias a trabajos inmensos, aunque realmente no fueron más que la continuación de este "A Candle For Judith" un tremendo trabajo maravillosamente elaborado.
"King Dick II" es una bomba, una descarga de adrenalina del más puro hard, con la guitarra atravesándote las entrañas, como no menos tremenda es "Storm", una sublime composición que alterna los rifs acústicos y pausados con una auténtica carrera final enloquecida por un punteo de guitarra para quitar el hipo. El sitar suena lejano en el tiempo en la preciosa "Siderial", con todo tipo de percusiones e incluso se permiten alguna balada de precioso tono con la voz susurrante.
Una obra inmensa, con una demostración de virtuosismo instrumental de los dos músicos realmente importante, aunque sin parecer maestros de rígidas pasiones, sino orfebres del sentimiento, creando y recreando constantes cambios de ritmo que dan lugar a improvisaciones donde todos los instrumentos son como un único sonido, destacando por encima de ellos, ¡cómo no! esa guitarra eléctrica que se atreve con solos demenciales de minutos y minutos, como en la brutal y maravillosa "Willow", para escuchar y llegar sin esfuerzo al éxtasis. En "Madrigal" nos hacen danzar al ritmo de los grandes banquetes medievales, acústica y pandereta como únicos instrumentos y con "The Way Ahead" despiden el disco de una manera grandiosa, de nuevo intercambiando ritmos en un relax buscado y obligado sólo roto por esas cuerdas de acero que de nuevo atraviesan todo lo que encuentran.
A mi entender, desde esta pasión que me guía cuando hablo de Música, mi Música y mi Esencia, un disco sin fisuras, una obra compacta que ofrece tal variedad de posibilidades que nunca puedes esperar por dónde te va a llegar el siguiente trallazo.
Para disfrutar, degustar, recuperar las ilusiones perdidas y sobre todo subir a lo más alto con esa guitarra que te lleva, te lleva, te lleva... 

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