domingo, 14 de octubre de 2018

Hawkwind, El Viaje Hacia El Universo (Sala BBK, Bilbao, 08.10.2018)


Cuando mi querida Mª Paz me dio la noticia de que Hawkwind tocaban en la BBK, me encontré entre emocionado y expectante.
Lo primero porque tener la oportunidad de ver en directo a uno de los mitos de la Música moderna y de los cuales tengo unos recuerdos maravillosos de tardes esotéricas y viajes (digámoslo así) astrales, era en sí mismo un acontecimiento.
Lo segundo porque a estas alturas de la película no sabía qué podía encontrarme, y como ya ha pasado en otras ocasiones con iconos del Rock, la decepción podía ser mayúscula.

Afortunadamente Dave Brock y sus chicos (lo de chicos es un eufemismo, porque ya pasan de muchos los años de cada uno) se encuentran en plena forma y con ganas de entregar esa Música que se transforma en un viaje desde el primer sonido del concierto.
Que un tipo con 77 años se enfrente a un escenario con la solvencia con la que lo hace Dave Brock es realmente sorprendente, y muy emotivo.
Allá que fuimos a disfrutar de lo que nos dieran, y evidentemente como nosotros los que se encontraban en la sala; salvo un par de chavales que iban acompañando a sus mentores, bajábamos la edad media bastante, y ya es complicado, además de darnos cuenta de la cantidad de súbditos de habla inglesa que se encontraban allí y que me da a mí que eran casi mayoría (ya sabemos, lo de la Música en este país...)

Comienzo sin aspavientos, pero que sirvió para demostrar varias cosas, a saber: El sonido impecable (habría algún devaneo de distorsión no querida pero no fue mucho más) y en esta ocasión se me antojaba algo básico, fundamental, imprescindible; cada instrumento se escuchaba como si tuviera un espacio reservado en el sonido global, y así se pudo disfrutar de lo que cada músico ofrecía, que fue mucho. En segundo lugar, el montaje visual que acompaña a la Música y que es parte integral del espectáculo de Hawkwind fue precioso, e invitaba a ese viaje que su Música recrea; una verdadera gozada que te adentra en el universo de los temas, las palabras y el conjunto global. En tercer lugar, las primeras estrofas cantadas por Brock me hicieron recordar muchas cosas sobre este tipo tan particular, porque su voz está realmente genial, y, o es un actor único, o disfruta en escena mucho más de lo que aparenta en las fotos ajenas a los conciertos. 

Ya con el primer tema marcando la pauta, el resto del concierto fue una verdadera gozada de Space Rock, Hard descarnado y Prog. de los siglos que resten por venir.
La sección rítmica es de una solvencia increíble. Richard Chadwick y Niall Hone llevan mucho de muchas cosas y saben lo que se traen entre manos. Ellos mantienen ese poder de la Música que te cae como un muro, las cabalgadas inmensas en el más puro estilo del Hard setentero y los tremendos cambios de ritmos en las canciones que en ocasiones parecían grabados para que no fallaran.
Una exhibición durante todo el concierto, dejándose ir en los temas más calmados, incluidos los acústicos y con una carga emocional muy grande, en los cuales les tocaba a otros dirigir la carrera.

Los teclados (al menos parte de ellos, porque el resto, la voz y la segunda guitarra estaban a cargo del miembro más joven del grupo) manejados con sabiduría por Tim Blake, dieron ese toque especial que la Música de este estilo precisa. Creadores de los efectos (aunque en ese escenario hacía efectos hasta el utillero) y la magia que se oculta detrás de lo que parece sonar en primer plano, en los pocos solos que se marcó brilló en agudos incontrolables que parecían herir y arañar. Donde sí que se lució fue con el theremin, ese instrumento que se toca sin tocarlo y que en sus manos (o a lo lejos de sus dedos) hacía diabluras. Unos efectos acorde con el sonido y los temas que aplastaban el silencio.

En cuanto al setentero incombustible, los años de carretera no han hecho sino darle cada vez más solvencia con su guitarra, los efectos y esa voz que realmente me sorprendió mucho. Espiritualmente es el eje del grupo, y aunque no destaca porque no quiere más de lo que debe, la banda se engarza cuando comienzan los riff que señalan cada tema. A partir de ahí Dave Brock es un guitarrista con una técnica maravillosa, que provocan unos punteos limpios a la vez que salvajes, unos riff demoledores y la capacidad para liderar desde las seis cuerdas una banda como esta.

El concierto transcurrió entre clásicos y temas más modernos, Hard de muchos quilates arrastrando los sentidos a toda pastilla, pasajes de poemas sobre los mundos infinitos, el universo y lo que es el más allá, algunos momentos acústicos (en los que eché en falta algo más de teclados clásicos) y brutales momentos de Dureza para destrozar las mejores defensas.
Realmente la gente disfrutó un montón, el que suscribe gozando por lo que era y afortunadamente no se había perdido, y el final con el bis lanzados a toda pastilla fue un gran momento de Rock para terminar (público de patio de butacas en pie a petición de un espectador ansioso) un viaje hacia el Universo al cual Hawkwind aún consigue llevarte cincuenta años después.





A Mª Paz, por supuesto, que sigue sin creérselo, y a todos los soñadores que podemos sentir la magia de un viaje a través de la Música.

2 comentarios:

  1. La expeiencia fue increíble, superó todo lo que pude imaginar, una gran lección sobre arte musical mayúsculo.
    Besos.

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    1. Que no dejemos nunca de aprender. A partir de ahí, el universo de la Música puede ser nuestro.
      Besos

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