miércoles, 20 de febrero de 2013

De Vinilos y Otras Glorias DCXLVIII

Hace tiempo me adentré con unos retazos en una Música que se hunde en lo más profundo de mis entrañas, y nunca es tarde para volver a degustar este pedazo de gloria.


Nightnoise (At The End Of The Evening) 1988


Los que me conocen saben que en ocasiones soy "mú seguio", y en cuestiones de Música las etiquetas puestas a tornillo por intereses de épocas, tiempos y comercio me las paso o me las lleno de... que tanto me da que me da lo mismo.
En una época en la que se llevaban los yupies, comerciales de nuevo pelo y modernos dirigentes de empresas ultramodernas, se creó una etiqueta para realzar a los que seguían una Música (dudo que en muchos casos la entendieran) que sin ser la carga abrumadora de la Música Clásica (para los que piensen eso, claro está) les distinguía del resto de los mortales, mortales estos que la escuchábamos por ser Música y basta.
Me niego a nombrar la palabreja de marras porque sería hacer honor a la estupidez, por eso simplemente hago mención a uno de esos grupos que durante una década y un poco más hicieron seda de los sonidos y magia de las interpretaciones. 
"At The End Of The Evening" es el segundo trabajo de un grupo mágico, sensible y emocionalmente sublime, un grupo que recreó en bellísimas composiciones una manera de entender la Música muy especial, conjugando raíces de su tierra, Irlanda, con la evolución propia de quien piensa más allá de lo que viene establecido, creando una suerte de hermosas melodías en una obra, otra más, tan perfecta como hermosa.
Cuatro músicos virtuosos que juntos forman un entramado de composiciones con instrumentos que deslizan la Música a través de los sentidos, guitarras suaves con el acero acariciando el aire, violines que se hunden en la piel y atraviesan el alma, teclados que son una manera de llevar las teclas hasta el infinito, flautas, whistle, acordeones... que nos evocan épocas pasadas como un viaje evolutivo y natural, una suerte de recorrido por las tierras de antepasados gaélicos hasta nuestros días, donde la modernidad se acopla perfectamente a esos sones ancestrales.
Los maravillosos creadores e interpretes de este sueño son Billy Oskay al violín, viola y teclados.
Micheál Ó Domhnaill en la guitarra, teclados y whistle. 
Tríona Ní Domhnaill en los teclados, whistle, acordeón y voz.
Brian Dunning flauta y panpipes.
Trece canciones que son trece caricias, temas compuestos con una delicadeza extrema y una maravillosa forma de entender los sonidos e interpretados con la magia que se permiten los virtuosos que aman la Música.
Un disco para escuchar, abandonarse a su belleza y disfrutar de una excepcional andanada de placer sensorial, porque es lo que Nightnoise ofrece en lo que crea. 

2 comentarios:

  1. Nightnoise hacen ese tipo de musica que escarba en las entrañas dejando una huella maravillosamente suave, dulce, que invita a viajar y a vivir.
    Perfecta eleccion.
    Hasta el proximo.
    Ciao

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