martes, 23 de junio de 2020

Perspectiva II



Pisé la hierba y me acerqué a los dos seres que seguían danzando, ahora al ritmo de los sonidos que invadían mi cerebro, y volví a no ver los rostros inexistentes de ambos. La nube seguía bajando, haciendo las veces del “humo pesado” que cubre los escenarios de los teatros y los conciertos, y nos engullía completamente, trasladándonos a lugares inhabitados donde podíamos danzar acompañados del viento cambiante que nos llevaba.

Nos devolvía al pequeño parque, y los dos seres sin rostro fueron alejándose de mí, hacia el río que lleva a ninguna parte, arrastrando consigo la bruma que comenzó a cubrir el horizonte, a despejar los alrededores donde me encontraba y a llevarme el frío a mis pies  pero el calor a las sensaciones que cubrían mi cerebro.

La mañana se levantaba clara tras la densa niebla, el astro rey iluminaba los espacios abiertos de la naturaleza, entraba sin permiso en los hogares construidos entre árboles y vegetación, y los sonidos de una melodía cada vez más lejana despertaban a un día más, una jornada particular, donde mi cuerpo se animaba con las danzas rituales de lugares sagrados creados por mi imaginación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario