sábado, 6 de julio de 2019

De Vinilos y Otras Glorias MMCXVI

Desde el lugar donde lo prohibido comienza a tener sentido


Popol Vuh (Seligpreisung) 1973


Sorprende, dada la capacidad creativa de grupos como Popol Vuh, la escasa duración de este su cuarto trabajo, apenas unos 29' de duración, algo que ellos mismos en directo le dedicaban en sus mejores tiempos a un tema desarrollado sin piedad.
Por lo demás, esta obra conceptual sobre el sermón de Cristo en el monte (las bienaventuranzas) tiene el sello indeleble de la banda y todo lo que significaba.
Krautrock de sensaciones más que auditivas, porque intentan llevarte con la Música a espacios atemporales donde tu mente vaga sin una clara idea de lo que realmente puedes creer, con las guitarras (esencialmente, tanto las acústicas como las eléctricas) guiándote a través de ese universo sonoro que traslada a los sentidos.
No es menos cierto que los componentes más ajenos al Rock, como el oboe, el sitar, el cembalo o los instrumentos de percusiones orientales, dan a la obra un excepcional toque de pérdida de la memoria en el tiempo, una maravillosa manera de alejarnos de lo mundano y al mismo tiempo de ser parte de esta creación que envuelve en cada nota.
Por otra parte, junto a las seis y doce cuerdas ya mencionadas, el piano marca la pauta en algunos momentos de intimismo sobrecogedor (la maravillosa mezcla de las teclas con el viento en "Selig Sind, Die Da Hier Weinen Ja, Sie Sollen Spiiter Lachen" es simplemente mágica)
Breve pero intenso, o como se podría decir, un orgasmo que rompe los sentidos de golpe y sin avisar, para volver a dejarte en el lugar donde te encontrabas tras el trallazo que supone escuchar este disco.
Popol Vuh nos deja una sensación de bienestar que traslada lo inmediato por los escasos minutos de Música a las emociones más agudas cuando esa misma Música se va del vinilo y te penetra en lo más profundo de los sentidos.
Un disco para gozar del auténtico Krautrock más allá de lo que nos tienen indicado como parte de lo que debe ser, y que sin embargo casi nunca coincide con lo que podríamos desear.
Florian Fricke piano, cembalo, voz. Daniel Fichelscher guitarra, batería, percusión. Conny Veit guitarras. Klaus Wiese percusión. Robert Eliscu oboe

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