miércoles, 23 de mayo de 2012

De Vinilos y Otras Glorias CDXLIV

Cuando uno se siente un poco bajo de moral, piensa que todo va sobre el negro de la podredumbre, llega un sonido que te hace ver lo que tienes y todo va pasando por el tapiz de la magia.


Van Morrison (Moondance) 1970


Yo aviso, si me da por ahí y de vez en cuando traigo a este espacio cualquiera de los primeros discos de este genio de Belfast, la palabra mágica será... ¡¡¡Joya!!!
Y es que Van Morrison es uno de los más grandes músicos, creadores, compositores, intérpretes e iluminados del siglo XX y lo que le quede del XXI, por eso cuando se toma entre las manos esas piezas de museo que son todos los discos de una primera época gloriosa, insuperable, magistral, no cabe otro calificativo.
Tras la descomunal presentación en sociedad (experiencias alucinógenas aparte en unos estudios de Los Ángeles) con esa indescriptible obra que es "Astral Weeks", el León de Belfast se refugió en su talento para descargar una andanada de Música que nota tras nota va llevando la clase y el genio hacia el infinito.
"Moondance" es una obra de arte, una pieza de orfebrería que además tiene la virtud de no parecerse a su antecesor, por lo que evita ese descenso casi inevitable que ocurre tras un icono, y se convierte por sí misma en una pieza imprescindible para cualquier amante de los sonidos con marca de seda.
Morrison en un momento sublime, compositor sobradísimo que creaba fantasía en forma de temas increíbles, bellos, eternos, especiales, con esa voz que dominaba el tempo y el espacio, esos rugidos de león herido que hacen estremecer, esos susurros que buscan el silencio en medio de una orgía musical sin límites. Como instrumentista sin problemas para atacar lo que quisiera, guitarra, piano, armónica, percusión, pero además su talento le permitía rodearse de unos músicos geniales que transformaban sus creaciones en retratos perfectos que casi se podían tocar, y como muestra lo que sigue:
Jack Schroer al saxo, Collin Tilton en la flauta y saxo, John Platania con la guitarra, Jeff Labes a los teclados, John Klingberg al bajo, Gary Mallaber en la batería, Guy Masson percusión.
Una auténtica barbaridad para hacer posible los 38'14'' de gloria en estado puro que llegan hasta los sentidos en diez joyas que conforman una aún mayor.
Van Morrison nos lleva de la mano por su mundo, su universo, y eso significa gozar de la Música, los sonidos y la manera de hacer lo que nadie hace, porque sensaciones directas al alma como "Crazy Love", Into The Mystic", "Brand New Day" no se pueden soportar sin estremecerse, latigazos como "Caravan", "Come Running", "And It Stoned Me" o la preciosidad "These Dreams Of You" te hacen vibrar hasta desfallecer, y esa pieza que da título al álbum, una incursión jazzy simplemente magistral.
"Everyone" y "Glad Tidings" guardan ese regusto por lo bien hecho para terminar un álbum de ensueño, algo que simplemente hay que escuchar para acercarse un poco a las dimensiones como músico de este genio único.


2 comentarios:

  1. Este disco es de esos que merecen un sitio especial en la estantería.
    A mí que me vuelve loca el R&B, que me siento genial escuchando jazz y que una voz especial me hace vibrar, con este disco he pasado un rato genial.
    Y si mientras lo escuchas miras las fotos de Van Morrison, con esa mirada limpia, inocente, ya es para sentir que hay cosas por las que seguir.
    Hasta el próximo.
    Un beso enorme.
    Ciao

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    1. Hasta otro momento con el León de Belfast, ese genio que aún ruge.
      Besos,

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