Viví del veneno de tu cuerpo, cuando las melodías nos penetraban al hacer el amor. Sentía cada nota atravesar tu piel mientras me poseías, siendo una con la Música que hacía que tus entrañas se hicieran fuego.
No podía sentir sin ese contacto de tus músculos tensos por la emoción, las sensaciones de lo que nos llegaba, el placer de hacer unas mis caricias y cada nota que escapaba hacia el infinito. Pero cuando llegaba el momento del éxtasis, la guitarra quebraba cada palabra y se aferraba a nuestra garganta con cada gemido ahogado por la pasión, los jadeos que de manera inconsciente se acoplaban al pentagrama de nuestros deseos.
No he vuelto a ser si no con ella, la Música que me recuerda cada instante de lo que hicimos, abandonándonos al placer más absoluto mientras nuestras mentes surcaban los espacios vacíos de cada canción que nos llegaba en el reposo.
A.R.
No hay comentarios:
Publicar un comentario