sábado, 18 de noviembre de 2017

Música


Nunca elegí el momento ni el lugar, dejé que mi mente se despejara de los negros presagios que la atormentaban. 
Pensé que la fina lluvia traspasaría mi piel mientras lloraba por el negro azabache que cubría mi alma, y fue entonces cuando ella me encontró.
Me abrazó y en su regazo volví a creer que era posible sentir, que las sensaciones llenarían mis entrañas tanto tiempo después, que los susurros de las notas trasladadas desde el pentagrama me harían vivir.

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