viernes, 29 de abril de 2016

Música

La fórmula del divertimento es cuando se quiere que sea. Pero ante la desazón que me produce la masa de estériles mentes que pueblan los aledaños del intelecto (y que jamás consiguen pasar el umbral, ¡qué digo umbral! el bordillo) busco en mi amante secreta los minutos que hacen que la existencia se torne en el mar en calma que mece mis deseos.

Con los sutiles sones que me acarician, se convierte en lo que es eso que queremos que sea. La fórmula se escribe en el papel etéreo de las notas, y el divertimento llega de nuevo al margen de esa manada de mediocres que no ven más allá de la nariz por donde aspiran la nauseabunda esencia que les da forma.

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