domingo, 10 de abril de 2016

Música


Vengo de latir y no sentirme, lleno del furor que los sonidos me provocan. Camino hacia las brumas de mi propia conciencia, seguro de los pasos que ella me indica. Guío todo cuanto puedo para que mis sentidos la tengan, lejos de lo mediocre que busca encerrarme más allá de mis propios deseos.

Es la razón que rompe el sinsentido que me abruma cuando no se rasga el silencio, que me enerva cuando lo estúpido no se esconde, que me hace buscar otros lugares donde las notas me rieguen de momentos míos. El tiempo en mis manos y el olor a tierra mojada por lo que cae del infinito, las notas que nunca se detienen a pesar de lo que digan, a pesar de lo que escriban, a pesar de lo que no dejan que sienta.

El halo negro del vinilo que gira sin esperar el final de cada surco envuelve mi alma dormida y la despierta hacia las sensaciones que la atraviesan. No me busca porque sabe dónde encontrarme, en la tierra de los sueños que recorro cada vez que que roza mi piel, cuando me hace el amor al compás de ese latido.


A.R.

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