domingo, 3 de noviembre de 2019

Lo Más Improbable


Me sigue pareciendo curioso, no sé si porque ya creo que las cosas van y vienen como les da la gana, o bien porque por mucho que uno se empeñe al final le van a venir por todos lados, que (digámoslo así) el destino se presente ante uno porque sí, porque quiere y sin pedir permiso para aparecer.

En el último viaje que hemos hecho, a la que fue (y de hecho guarda muchos atributos para seguir siéndolo) capital de un imperio inmenso, Viena, no tenía pensado dedicar tiempo a buscar tiendas de vinilos, simplemente porque sabía que entre paseos, museos, paradas para degustar una buena cerveza y más paseos, el tiempo me sería esquivo en lo de dedicarle unas horas al noble arte de buscar piezas para mi colección.

De hecho no había buscado posibles lugares para ir, aunque César sí que sabía de uno de ellos que, sin página web ni gaitas, aparecía en algún que otro blog.

Lo del destino y demás historias es para escribirlo, porque el penúltimo día de estancia en la ciudad, y ya sin el recuerdo de la posible visita a la tienda, paseando por una de las calles que nos llevarían a otro lugar para visitar, nos dimos de cara con "Teuchtler Schallplattenhandlung Und Antiquariat" que es el nombre de una tienda de discos tan especial como encantadora.
Ya que estábamos, no íbamos a pasar de largo, de modo que sabiendo que el tiempo lo tenía limitado, entramos y comencé a disfrutar nada más traspasar el umbral.

Ante mis ojos se presentaban miles y miles de discos, que en un principio esperaba que estuvieran ordenados de una manera coherente (algo que en muchas tiendas no pasa y te lleva un tiempo enorme averiguarlo) y no como el caos que a simple vista me daba a entender.
En forma de L, la tienda se alargaba a través de dos pasillos, y de uno de ellos salían dos habitaciones que servían una de ellas como sala de audición y otra como apartado exclusivo de la Música Clásica (algo de lo más lógico encontrándonos en Viena)

Lo más llamativo no era la inmensa cantidad de discos que había (ordenados por orden alfabético algunos de ellos y según estilos otros) que se superponían en ocasiones en las distintas estanterías, con baldas correderas sobre algunos para poder ocupar más espacio (en estas secciones correderas había sobre todo CD) sino el personal de la tienda, que hacía entender un poco ese caos aparente.

Tres chavales jóvenes, que buscaban, te indicaban o sugerían entre la supuesta organización de los vinilos y dos señoras de edad avanzada (una de ellas podría muy bien haber visto en directo como groupie a The Beatles en sus años de inicio) que parecían frikis salidas de una aventura contada en forma de Música por Frank Zappa.

Elegí al azar varias letras del abecedario para comenzar, dando por hecho que la tienda no podía verla entera, y comenzó a aflorar la magia de estas ocasiones.
Casi ocultos a la vista de la lógica, comenzaron a aparecer vinilos que ya daba por perdidos, y aunque el estado de las carátulas dejaba bastante que desear (en muchos de ellos) los vinilos se encontraban impecables, algo que chocaba contra la lógica. 
Seguí a lo mío mientras que las dos frikis comentaban aspectos extraterrestres con clientes, mi Amor y César y Carmen, que se habían animado a buscar algunas piezas de negro vinilo, y en ese momentun extraño en el cual todo parece confluir, la señora de menor edad, pero con mucha edad en el DNI, se marcó el detalle de regalar un disco cada cierto tiempo, según los que comprábamos, y rebajar el precio de los que llegaban a sus manos.
De manera natural, como si todo lo que ocurría fluyera en la dirección de la Música escondida en el intelecto, me fueron viniendo títulos y autores, busqué los que pude por el límite de tiempo y a medida que los dejaba en el mostrador su precio era rebajado de manera constante por la señora, algo que me hacía levitar por lo increíble del asunto.

Dos de los tres jóvenes seguían andando entre los pasillos, buscando, sacando discos, y el tercero se encargaba del ordenador (todo un logro en un lugar como este) mientras que las frikis ajustaban precios, regalaban discos según las compras y comentaban con la concurrencia la película "Antes del amanecer" donde sale una escena en la cual los protagonistas van a la tienda de discos y escuchan uno de ellos en la sala de audición (la verdad es que para ser de 1995 la tienda está prácticamente igual)

Tras una hora de visita, algunos discos comprados, dos piezas de coleccionista encontradas y una experiencia extrasensorial en forma de dos frikis encantadoras, abandonamos la tienda con la sensación de que la Magia que envuelve muchos de esos momentos que la Música ofrece sigue viva, y que dure...



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