lunes, 28 de septiembre de 2015

Aún... más que les pese


Hay veces que no puedo resistirme a lo que me dictan los deseos más profundos, y es que soy débil cuando la Música llama a mi puerta, o a la de mi mente, que para mí es lo mismo y un poquito más allá.

Ciertas canciones están grabadas a fuego de tal manera en mi subconsciente, que al cabo de un tiempo de recordarlas cuando paseo, tararearlas para evitar el mediocre comentario del mediocre de turno haciendo el mediocre por enésima vez, evitar las cancioncillas al uso de la banda hortera de la vida que nos rodea o cualquier circunstancia en las que me sirven de blindaje emocional, necesito volver a ellas acariciando el vinilo y paseándolas por mis sentidos en vivo y en directo.
Últimamente estoy de lo más clásico, llevo casi siempre en mi cabeza los temas eternos de Zeppelin, Purple y Thin Lizzy como una letanía que forma una maravillosa banda sonora con la que me muevo por la vida intentado (en lo que puedo) estar ajeno a lo que me rodea y es... pues eso.

La última ocasión en la que esos sonidos incrustados en mi ser tomaron forma fue con el legendario "Made In Japan", será que lo del país del sol naciente lo llevo puesto en muchos sentidos, será que me sugiere más de la cuenta el que todos los grandes se den cita en ese lugar, será que añoro la capacidad para convivir entre los hombres que teníamos y que por allí aún poseen, será... que además es un disco ajeno al tiempo, a las modas y parte fundamental de la historia de mi adolescencia, el primer disco que me despertó muchas cosas en el interior de mi alma.

Marcado a fuego en mí mismo y marcado con el número 13 de mi colección, el viejo vinilo de Deep Purple sigue sorprendiéndome por lo bien que suena, por los matices que tiene y porque sacarlo del subconsciente y darle forma es un ejercicio de maravillosa historia musical y de vida en mi caso. Cuando lo he sacado de su funda, con ese dorado inmenso de la portada, recorriendo mis dedos y acariciándolo como hace 37 años, un escalofrío de gusto y placer me ha recorrido entero, me han vuelto todos los momentos increíbles escuchándolo en casa con los amigos, los quince años de adolescentes alrededor del tocadiscos y sobre todo me ha sonado el puro Hard elevado a la máxima expresión.

La memoria, la historia personal de cada uno, los momentos irrepetibles que aún puedo recordar, eso que me hace sentir la Música y saber que cuando tarareo un tema eterno, la eternidad me abraza de alguna manera, a pesar de todo, a pesar del tiempo, a pesar de la mediocridad que se empeñan en echarme encima.

Larga vida a lo que me hace ser, larga vida a la Música, larga vida a la mente que se niega a resignarse.

2 comentarios:

  1. La Música es la mejor compañera de viaje que se puede tener en esta vida, y un lujo para el que sabe disfrutarla como tu.
    Te felicito por saberlo expresar de tan emocionante manera.
    Besos.

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    1. La Música provoca que todo sea más fácil, a partir de ahí...
      Besos

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