sábado, 12 de enero de 2013

Errante Caballero


Reanudó su vagabundear por las naciones, los estados, el mundo sin fronteras. Hasta entonces todo era luchar por los ideales que creía nobles y verdaderos, desdeñando todo honor y placer.
Sólo en la noche, se alimentaba de frutos silvestres y sus propios recuerdos, manteniendo los ojos abiertos por no poder dormir.
Aquél deseo que lo había movido por el mundo, recorriéndolo sin pausa, acariciado su rostro por un viento suave, tersas jornadas sin Sol, con la lluvia mojando su fina piel había desaparecido al comprobar la perfidia de los hombres, y ahora no era más que un manojo de pensamientos sin orden ni entendimiento.

Bajaba a los acantilados donde las olas rompían con furia, buscando la que se le llevara lejos de allí, pero ninguna ola se atrevía con él, parecía que al verle erguido sobre las rocas cedieran en su valiente empuje contra las mismas y su fuerza se desvaneciera, llegando como un leve riachuelo hasta la orilla.
Ni siquiera la Madre Naturaleza, tantas veces su aliada, ofrecía su mano para terminar ese deambular sin rumbo en su propio destino, y tras horas observando el inmenso mar que desaparecía al reconocer la figura de leyenda de guerras victoriosas y amores fallidos volvía sobre sus pasos y seguía frente al astro rey marcando el camino que sus pies creaban.

No hay peor ceguera que la de aquél que no quiere ver, y su alma le impedía discernir la realidad de los sueños, por eso ahora, hundido en la miseria de la decepción, esa misma alma luchaba por no caer en la desidia de sus propias miserias, aumentadas en el devenir del tiempo lejos de aquellos que tenían la traición como su mejor compañera.
Una mañana más, un sonar de pájaros anunciando el nuevo día, las implacables nubes que negaban al dador de vida su luz para arrancar el bienestar del pecho del guerrero, y sin que naba pudiera preverlo, un sonido que en la lejanía traía recuerdos ya muertos de años que fueron, a pesar de todo, parte de su vida más placentera.




"El Íncubo, un Sueño Asesinado" (Extracto)
De la mente de un Amigo, K.S.

2 comentarios:

  1. A veces lo que parece muerto está simplemente herido y no necesita más que una pequeña dosis de la medicina adecuada para volver a la vida.
    Seguro que ese caballero recibió esa mañana la dosis de esa medicina que le curaba no sólo el cuerpo, sino también el alma.
    Maravilloso relato.
    Un beso enorme.

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    1. Pues no lo sé, es un caballero al cual no puedo acercarme para saber cómo se siente, si es que aún se siente o siente algo.

      Besos

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